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Políticos del Siglo XXI

Las laguneras opinan...

LAURA ORELLANA TRINIDAD

En pocas semanas se llevarán a cabo las elecciones y los mexicanos nos debatimos entre votar por el político "menos peor" o anular el voto. Mi abuelita advertía, con respecto a la política, un refrán muy socorrido: "no hay mal que dure cien años, ni enfermo que los aguante", y parece que ya casi llegamos al centenar, porque la discusión real parece estar entre acabar con la enfermedad o suicidarnos.

Del primer modo pensó Sergio Fajardo, un doctor en matemáticas, colombiano, dedicado a la docencia, la investigación y el periodismo y que un buen día, junto a amigos y profesionales miembros de distintas organizaciones cívicas sociales, académicas, culturales y empresariales, pero alejadas -según sus propias palabras- "de todas las prácticas politiqueras", se cansaron de pensar, reflexionar y discutir sobre cómo debía ser la sociedad, mientras que los políticos tomaban decisiones sobre la sociedad. Así, decidieron participar activamente en política en su ciudad natal, Medellín, convulsionada por las desigualdades sociales y los problemas del narcotráfico.

Sin recursos económicos ni partido político que lo sostuviera, se lanzó a las elecciones para presidente municipal con activos muy sencillos, pero contundentes: honestidad, principios y comprensión de los problemas para poder plantear soluciones. A pesar de que al inicio de su campaña comenzó con el cero por ciento de la intención de voto, obtuvo la más alta votación registrada en Medellín para la alcaldía. Así gobernó entre 2004 y 2007 y concluyó su Gobierno con el 80% de índice de popularidad, algo impensable para cualquier político mexicano. Como buen académico, apostó por la educación como estrategia para luchar contra las raíces de las dos problemáticas más profundas y ya señaladas: la desigualdad social y la violencia. El lema que manejó durante su gestión fue "Medellín, la más educada" y construyó parques-biblioteca por toda la ciudad, a lo que llamó "intervención", sobre todo en los barrios más pobres. La recuperación de los espacios públicos y su dignidad, fue la clave para vencer la violencia; de 380 homicidios por cada cien mil habitantes a principios de los noventa, bajó la tasa a 29 por cada cien mil en 2007, en una estrategia que llamó "quita y pon", es decir, combatir la violencia y poner oportunidades. Para él, a diferencia de la actual Administración mexicana y de las corrientes que prevalecen entre los distintos partidos políticos de nuestro país, la solución no fue combatir la violencia con represión, sino con cultura. Una de las bibliotecas construidas ganó el premio a la mejor obra iberoamericana de arquitectura y diseño otorgado en la IV Bienal celebrada en Portugal en 2008. Dice Fajardo contundente: "lo más bello, para los más pobres". El proyecto arquitectónico de Medellín, también obtuvo el premio del Fomento de las Artes y el Diseño, de Barcelona, por "la voluntad que subyace para conseguir una mayor cohesión social, integración y conexión entre grupos sociales; todo ello mediante una suma de acciones en toda la ciudad con un claro componente de implicación social".

Otro de los elementos que consideró fue la atención individualizada, psicológica y social para las personas que salían de la espiral de la violencia. A ellos, dice, es imposible conseguirles trabajo pues prácticamente no han desarrollado habilidades. Por lo general son jóvenes que desde niños han pertenecido a redes de narcotráfico. En el programa Jóvenes con Futuro, se les atiende y forma en capacidades educativas. Cerca del 85% de los jóvenes atendidos responde bien ante la reinserción y con ello también se disminuye la violencia. La educación es entendida en sentido amplio, pues también se fortalece el emprendimiento en centros productivos en los que sobre todo participan las mujeres.

En México, resulta impensable que un alcalde destine el 40% del presupuesto a la educación. Es más, esta última se ve como un artículo de lujo, algo de lo que se puede prescindir. A modo de paréntesis, cabe decir que se escuchan rumores de que el Gobierno Estatal está retirando o disminuyendo recursos a las instituciones culturales de Torreón. El alcalde de Medellín haría totalmente lo contrario: sin embargo, para ello nos falta una cultura de transparencia de las cuentas públicas y de ejercer los recursos con honestidad. De lo contrario, no alcanza el presupuesto.

Fajardo está consciente de que los políticos tradicionales llegan a la cima apoyándose en grupos que finalmente cobran su cuota cuando aquéllos alcanzan el poder. ¿Se puede tener un Gobierno honesto? Él asegura que sí, pero sin hacer compromisos: considera que el trabajo político es de servicio. Por ello menciona una y otra vez que está consciente de su condición en el que ha sido privilegiado y busca que los demás tengan esas mismas oportunidades. De hecho, es un político difícil de definir: algunos lo califican de "centro", pero por su trabajo parece que es de izquierda; sin embargo, los empresarios contribuyen y avalan su actuación.

Esta experiencia colombiana me hace pensar, inevitablemente, en el perfil de político que buscamos quienes no queremos votar por el "menos peor", los que no sentimos ninguna identificación con las propuestas políticas de los candidatos. Algunos criterios pueden ser los siguientes: una persona que busque --y que siempre lo haya hecho- el bienestar de su ciudad, que se preocupe por su comunidad; alguien preparado académicamente o por lo menos que se rodee de los mejores científicos: la contribución a la sociedad debe estar basada en el conocimiento y la innovación para superar la etapa del "feeling", de la intuición, del "ahí se va"; alguien que no se encuentre vinculado a los partidos políticos, sino a las organizaciones ciudadanas; una persona que busque la trascendencia, pero no la terrenal; alguien que aporte frescura, confianza, que entienda que sin la educación no será posible construir un México distinto.

¿Considera que alguno de los candidatos cumple con estos requisitos? Yo no conozco ninguno que cumpla al menos alguno de estos elementos, pero sí hay personas en nuestra comunidad que sobradamente los tienen. Yo no voy a anular el voto, pondré los nombres de aquellos laguneros que se han interesado, desde siempre, por mi comunidad.

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