Desde que empezamos a entender las dimensiones del Universo, cualquier número parece chiquito
Aún teniendo eso en cuenta, cuando hace unos días nos dijeron que un asteroide pasó muy cerca de la Tierra, y resultó que había estado a decenas de miles de kilómetros, algunos consideraron que los astrónomos eran muy exagerados. Pero no. Cuando hablamos de distancias siderales, lo que aquí en nuestro planeta parece distante, allá es casi un rozón.
Dígalo si no lo ocurrido la semana pasada, cuando los tres tripulantes de la Estación Espacial Internacional tuvieron que refugiarse en una nave de pasajeros Soyuz, para usarla como posible lancha salvavidas, en caso de que la Estación fuera impactada por un objeto que fue reportado como muy próximo. El miedo no anda en burro: los astronautas obedecieron, se metieron en la Soyuz, y se pusieron a rezar.
¿Qué objeto amenazaba a la EEI, una estructura del tamaño de unos cinco ómnibus de pasajeros? Pues ni más ni menos que
¿Un perno, por muy rápido que vaya, pasando a cuatro y medio kilómetros, se considera un peligro? Pues sí, mis estimados. En primer lugar, era imposible determinar qué tan cerca iba a pasar. Y en segundo, allá arriba no hay precaución que se pueda considerar excesiva. El caso es que pasó la alarma, y los astronautas salieron de ese ejemplo de la solidez y simplicidad del programa espacial ruso que es la Soyuz, para ponerse de nuevo a chambear.
Dos cosas llaman la atención: que un sistema terrestre pudo detectar un objeto tan pequeño a tanta distancia y viajando a tal velocidad. Y que en el espacio existe todo un protocolo para accidentes, colisiones y raspones, sin necesidad de pasar por toda la monserga de llamar a un número 1-800 y a ver a qué horas se aparece el ajustador. Sí, con todo y todo, allá las cosas funcionan mejor que acá.
