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Porno rescate

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Todas las enseñanzas dogmáticas pronto

envejecen y se quiebran.”

Pablo Neruda

Los editores de revistas eróticas y pornográficas de Estados Unidos, encabezados por Larry Flint, el dueño de Penthouse, pidieron públicamente la semana pasada a las autoridades de su país que les den cinco mil millones de dólares para rescatarlas de las actuales difíciles condiciones económicas que les han hecho incurrir en pérdidas importantes. Aun cuando estos editores saben que no se les rescatará, sus argumentos no dejan de tener cierta lógica.

Si Washington ha decidido utilizar el dinero de los contribuyentes para rescatar a bancos, aseguradoras y otras instituciones financieras en problemas, y si de la misma manera ha optado por salvar de la quiebra a unas empresas automovilísticas ineficientes que desde hace mucho tiempo han perdido el contacto con sus clientes, ¿por qué no habría de rescatar también a unas revistas pornográficas que generan miles de empleos y que proporcionan además un servicio social singular, al aliviar las frustraciones de un porcentaje importante de la población?

Hay buenas razones para pensar que ni los funcionarios del Gobierno saliente ni los del que entrará en funciones el próximo 20 de enero le prestarán mucha atención a la situación de los pornoeditores. Si bien es políticamente correcto rescatar con dinero público a bancos y empresas fabricantes de automóviles, no lo es ayudar a quienes ganan su dinero ofreciendo satisfacción a los bajos instintos de la población. En un país como Estados Unidos, fundamentalmente puritano, no habría un rescate de las revistas pornográficas aun cuando fueran el cimiento mismo de la economía del país.

Pero lo que buscan los editores no es quizá dinero sino simplemente subrayar lo absurdo de tener a un Gobierno que decide discrecionalmente en qué casos rescata y en cuáles no a distintos grupos de empresas. ¿Por qué salvar, por ejemplo, a los bancos y aseguradoras y no a los constructores de viviendas? ¿Por qué dar créditos de urgencia a los fabricantes de automóviles, que tan radicalmente se equivocaron al prever las necesidades del mercado, y no a los de bicicletas, motocicletas o yates que están en una situación tan o más desesperada?

Una de las características fundamentales de una economía de mercado es que los dueños de las empresas deben estar en posición de beneficiarse de sus aciertos, pero también de sufrir por sus errores. La quiebra de una empresa, por muy dolorosa que sea, es parte de un proceso de depuración que limpia el camino a sus competidores. De esta manera van quedando en el mercado las empresas más capaces y competitivas.

La quiebra de General Motors o de Chrysler habría sido sin duda muy dolorosa para la economía estadounidense. Miles de empleos se habrían perdido, por lo menos en el corto plazo, mientras las empresas se reestructuraban, vendían sus activos o cerraban sus puertas. Pero esto habría dejado un hueco en el mercado que habría permitido a Ford, una firma más sana, o a las automotrices de origen extranjero, como Toyota, Honda, Nissan, Mercedes o BMW, muchas de las cuales tienen plantas en territorio estadounidenses, fortalecerse y ganar un mayor porcentaje del mercado.

Lo mismo habría ocurrido con la quiebra de algún banco o de una aseguradora importante, como AIG. Al utilizar recursos de los contribuyentes para apoyarlas, el Gobierno está recurriendo a una competencia desleal en contra de las competidoras que se habrían visto premiadas por su mejor administración o su más apta visión de negocios.

Uno puede entender que un Gobierno intervenga para impedir que los depositantes de un banco que no comprenden los riesgos en que pueda incurrir la institución no pierdan su dinero en caso de quiebra. Por ello, de hecho, existen desde la década de 1930 seguros para los depósitos bancarios. Pero los rescates que han realizado en los últimos meses el Gobierno de los Estados Unidos y de otros países del mundo van mucho más allá. Lo que han hecho es premiar la ineptitud o incluso las prácticas corruptas de administración. Al hacerlo han creado un “riesgo moral”: esto es, han promovido este tipo de conductas, al mandar el mensaje de que, si se incurre en ellas, al final siempre vendrá la caballería del Gobierno al rescate.

En estas circunstancias, no sorprende que los editores de las revistas eróticas y pornográficas exijan también su parte del dinero público. Si el Gobierno va a estar en el negocio de rescatar discrecionalmente a algunas empresas, ¿por qué no pueden estos editores formarse también en la fila con la mano extendida? Después de todo, no faltará quien diga que el servicio que estas publicaciones prestan a la sociedad es más valioso que el que otorgan unos usureros o las empresas que envenenan el ambiente con vehículos contaminantes.

UN MEJOR AÑO

En un tema tendrá este año que empieza, avances sobre 2008: en ejecuciones y violencia. En los pocos días que llevamos de este 2009 se han registrado ya más de un centenar de ejecuciones en distintos puntos del país, especialmente en la región de Tijuana. Yo no sé si pueda registrarse una baja en la violencia en los próximos meses o años. Pero sí puedo decir que, antes de que las cosas mejoren, se pondrán peor primero. No hay ninguna indicación de que la violencia vaya a disminuir en el corto plazo.

www.sergiosarmiento.com

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