¿ESTÁS LLEGANDO A DONDE TE PROPONES?
¿Te has detenido a pensar en lo que has progresado? Quizás necesitas hacer un análisis personal y ajustar tus tácticas: cuestiónate en los siguientes puntos.
TU APARIENCIA. Si tu aspecto no es el de una mujer de negocios, quizá se deba a que tu cabello luce descuidado, tus atuendos arrugados, zapatos sin lustrar... en fin, tu presencia física es poco atractiva.
TU EXPRESIÓN VERBAL. Escucha tu propia voz; nota la impresión que causas en los clientes, tus asociaciones y tu jefe, cuando hablas con ellos.
TU NIVEL DE RUIDO. Algunas mujeres contribuyen a la contaminación del ruido; una voz estruendosa es un pobre material para un puesto ejecutivo, por otra parte, la "tímida violeta" necesita subir su voz algunos decibeles para no encrespar a sus desconcertados escuchas.
Las oficinistas consideradas no dan portazos, tararean, chiflan o gritan; procuran no interrumpir ni distraer la concentración de sus compañeros.
EL USO DE CLICHÉS. Si tienes frases que repites con frecuencia, tales como: "tú sabes, ¿me entiendes?", estás limitando tu vocabulario.
TUS RASGOS DE PERSONALIDAD. Pon atención si te columpias entre la indiferencia y la exaltación y nunca se sabe cómo vas a reaccionar, te recreas en tener lástima de ti misma, les recuerdas a los demás sus defectos y les llevas un recuento de sus faltas, lloras por todo.
Nadie aprecia un comportamiento errático ni a la persona que nunca pone atención a los demás, a la arrogante que argumenta todas las propuestas y a la criticona que con su lengua hiriente antagoniza a quienes la quieren ayudar.
Los avances vienen como resultado de sólidos logros y de unas relaciones agradables. Le llegan a la persona realista que piensa en grande -a quién sabe a dónde ir y cómo llegar ahí.
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