Querida Secretaria:
Hay algunas falacias que hay que evitar en la toma de decisiones.
Este método se sustenta en meras corazonadas o latidos, muchas veces, la persona que toma este tipo de decisión es incapaz de dar una explicación, aun para sí misma. Esta decisión está hecha, sin duda, sin una base sustentable.
Algunas personas se empeñan en imitar viejas prácticas, rara vez se apartan de las formas de operar acostumbradas, encuentran un descanso al tomar sus decisiones basadas en los viejos proverbios.
En esta clase de decisiones, las emociones nublan el buen juicio. Se enfatizan razones irracionales y se ignoran las consideraciones prácticas.
Aquí quien decide lo hace basándose en "la mayor cantidad" "lo más grande". Se inclina a favor de la computadora más grande, el escritorio más caro, el escáner más grande, el cliente que más se queja...
Algunas personas sienten una marcada inclinación por lo último en boga, piensan indiscriminadamente que este criterio es el indicado para solucionar cualquier problema.
Este método es demasiado fácil y aparentemente "justo" y puede resultar una alternativa que sea satisfactoria para la mayoría, pero no la ideal para ninguno.
En teoría, todos los individuos afectados por esta decisión participan en discusiones y las necesidades de cada uno son identificadas con claridad. Entonces, el grupo busca una alternativa que satisfaga a todos; en la práctica, sin embargo, el proceso es largo y difícil y muchas veces los puntos de vista de la persona más poderosa del grupo son los que prevalecen.
Cuando todos los intentos fallan, algún decidido recurre a esta práctica; es el último pretexto porque esto evita el proceso de la toma de decisiones.