"El principio es la mitad del todo".
Pitágoras
El Gobierno de Marcelo Ebrard ha tomado un paso en la dirección correcta al decidir un aumento de las tarifas de agua del Distrito Federal. El paso, sin embargo, no es suficiente. El alza no alcanza a cubrir los costos del Sistema de Aguas y mantiene todavía un elevado subsidio. Pero, además, el sistema de tarifas que se aplicará es tan complicado que seguramente generará problemas de administración.
El Sistema de Aguas del Distrito Federal buscará elevar los ingresos por cobros de agua en un 29 por ciento. La actual recaudación, de 3,500 millones de pesos al año, subiría a 4,500 millones de pesos. Sin embargo, esto sería todavía insuficiente para cubrir unos costos que, según el director Ramón Aguirre, ascienden a 9,500 millones de pesos. Aun con el aumento, los ingresos sólo cubrirían el 47 por ciento del costo real del sistema.
El Gobierno del Distrito Federal está reconociendo por primera vez que el consumo tiene una relación directa con el precio. Esto no debería sorprender. Los economistas han entendido esta relación desde hace mucho tiempo, pero los políticos todavía se resisten. Así, es muy común que los gobernantes decreten precios artificialmente bajos para productos indispensables, como el agua, con el fin de aumentar su popularidad, sólo para que después deban utilizar grandes cantidades de dinero en campañas de publicidad para moderar el consumo que no tienen ninguna posibilidad de éxito.
Elevar las tarifas de consumo de agua en el Distrito Federal era absolutamente indispensable. El Gobierno capitalino cobra por este producto mucho menos que otras ciudades del país o del mundo. Según cifras del propio Sistema de Aguas, la capital mexicana tiene una tarifa promedio en este 2009 de apenas 2.30 pesos por metro cúbico de agua. Esto ha provocado un consumo enorme de 307 litros diarios por persona. En Tijuana, donde el cobro promedio es de 11 pesos, el consumo es de 190; en la ciudad española de Barcelona se cobran 31 pesos por metro cúbico y el consumo es de apenas 114 litros por persona.
El problema es que el aumento de precios se está introduciendo con un sistema muy complicado. La ciudad será dividida en cuatro zonas con cobros diferenciados. Además se está estableciendo un sistema por medio del cual pagarán menos quienes consuman menos de 20 metros cúbicos al bimestre. Tendrán mayores tarifas quienes utilicen de 20 a 50 metros cúbicos, y quienes empleen más de 50 pagarán ya un monto cercano al costo real de proveer el servicio de agua. Además, habrá un cobro especial adicional del 10 por ciento entre febrero y mayo, la época de mayor consumo y menor disponibilidad.
Entiendo la necesidad de buscar un sistema que no cobre el mismo precio a una familia en Las Lomas que utiliza el agua potable para regar un vasto jardín, y que no tiene problemas económicos para hacerlo, que otra en Iztapalapa que a duras penas puede cubrir el pago del agua para los propósitos más indispensables de higiene y bebida. La experiencia nos dice, sin embargo, que estos sistemas diferenciados se prestan a problemas de todo tipo, particularmente de corrupción.
Es importante que la mayor ciudad de nuestro país esté tomando por primera vez medidas para disminuir su enorme consumo de agua. Es positivo que lo haga de la única manera que realmente funciona: a través de los precios. Lo que inquieta es que establezca un sistema tan complicado que afectará inevitablemente la eficacia de la acción y que no haya decidido eliminar completamente el subsidio al consumo de agua.
Declara Mariana Gómez del Campo, la presidenta del PAN en la Ciudad de México, que los panistas rechazan a los matrimonios entre homosexuales porque defienden la famila. Pero si realmente la defienden, como dice, ¿por qué entonces se oponen a la creación de familias entre personas que tienen relaciones de largo plazo solamente por su género? No tiene sentido.