Andrés y Ulises, su hijo, viajan de ‘raid’ para estar cerca del Santos, aunque no puedan entrar al estadio.
Las distancias se hacen cortas cuando el corazón guerrero es el que manda.
La pasión no tiene límites. No importan distancias, recorridos ni inclemencias climáticas, el equipo de casa lo vale todo. Hoy es domingo, juega Santos Laguna. Es día que los futbolistas libran una batalla sobre la cancha; fuera de ella, Andrés Soria y Ulises, su pequeño hijo de 7 años, viven la propia.
“Venimos de San Rafael de Arriba, de San Pedro de las Colonias”, dice el padre ataviado con los colores de su equipo. Ambos lo llevan en el rostro; lo portan en el pecho con orgullo. “Desde las 10:00 de la mañana salimos de allá y apenas tiene un ratito que llegamos”, dice Andrés al cuarto para las 4:00 p.m., hora que inicia el partido.
“¿Pero qué hace afuera del estadio?”, le preguntamos, a lo que sin dejar de sonreír responde: “Queremos ver la manera de ver a mi Santos Laguna”. Y es que cada que juega el Santos en casa, padre e hijo emprenden la aventura desde su comunidad, y pidiendo “raid” llegan al “templo” donde profesan su pasión por el futbol. “Nos gusta porque es un deporte muy bonito y le vamos al Santos. Mi hijo tiene 9 años. Le gusta bastante apoyar al ‘Hachita’, a Vuoso… a todos los jugadores. Ya tengo como 16 años viniendo”.
Pero su ilusión se estampa contra un muro. La difícil situación económica muchas veces los hace conformarse con los sonidos que salen del Corona, sin poder ver a los jugadores sobre el campo. “Siempre, aunque no entremos, pero estamos con el equipo. Apoyándolos. Si no entramos, los apoyamos desde aquí afuera hasta que se acabe el partido. Cuando salen los jugadores, los saludamos; les decimos adiós y sí responden”, platica.
“De vez en cuando nos regalan un boleto y nos da mucha emoción. Está muy caro y no tenemos los recursos para entrar. Ahorita no tenemos trabajo… a veces de eventual, a veces nos venimos aquí, a Torreón, a ver qué sale”, explica. Andrés tiene otros dos hijos, una niña de dos años y un niño de siete. “Sí los he traído, pero ahorita no ha habido la manera. Está difícil la situación”.
Al volver a casa, la realidad conyugal lo espera. “Tú estás loco”, le dice su esposa. “‘No le hace’, le digo, es el deporte que me gusta, el futbol. (Ella) se enoja y se molesta. Ya cuando llegamos, puras broncas, pero no le hace. Vale la pena venir”, cuenta.
El futuro que ilusiona
“Al niño le gusta bastante jugar”, dice, y eso da para alimentar más sueños. “Sí le gustaría ser jugador, al que más admira es al ‘Guti’ Estrada y le gustaría jugar como él. Igual y al rato lo vemos ahí en la cancha, y uno apoyando al niño”. Ulises va a la primaria porque su padre le dice: “mijo, échale ganas para poder venir al estadio”. La escuela “es un recurso que le pone uno a los niños para que cumplan sus metas”, asegura.
Los cambios en torno al club también le afectan. Sobre quitar la malla ciclónica que afeaba la vista al campo, dice que “es algo muy bonito para poder ver a los jugadores más de cerca”. Sobre el nuevo estadio también tiene la ilusión: “ahí vamos a estar primeramente mi padre Dios, en la inauguración del Territorio”.
Con sólo un partido por disputarse en el Corona como casa de los Guerreros, Andrés comparte sus grandes recuerdos, “como cuando perdimos contra Pumas (cuartos de final del Apertura 2007), un doloroso encuentro. Mi hijo lloró, lloró bastante; pero le digo, ‘no, mijo; son partidos, se pierden y se ganan. Y hay que estar con el equipo’. En los festejos (del campeonato Clausura 2008) ahí estuvimos, todo el torneo venimos a los juegos menos a la final, pero nos dejaron entrar a los 15 minutos y vimos el gol del ‘Hachita’ Ludueña. Y le digo: ‘mira, mijo, apenas…’ estábamos muy contentos”.
Faltan quince minutos para que dé inicio el encuentro. Andrés y su hijo aún permanecen a la espera del milagro. “Esperemos que hoy podamos entrar; si no, aquí estamos. A ver si para el último juego, contra Pumas. Y si no, nos vemos en la inauguración del Territorio Santos Modelo contra el Santos de Brasil”.
Aquí los sueños son válidos. Después de todo están en la “Ciudad de los Grandes Esfuerzos” apoyando al Santos en el Estadio Corona, donde lo inimaginable puede suceder en cualquier momento.