Han pasado apenas dos semanas de la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y pareciera que lleva ahí varios meses.
Los primeros traspiés de su gobierno ya se presentaron aunque el mandatario se mueve con una rapidez inusitada y refleja una energía pocas veces vista.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca ya impuso su rutina en la mansión presidencial. Arranca temprano el día con una visita al gimnasio, luego desayuna con su familia para iniciar su jornada de trabajo a las 9 de la mañana, una hora más tarde que George W. Bush.
Después de trabajar todo el día y de su cena familiar, Obama regresa al despacho oval a revisar acuerdos, dictar órdenes y preparar la agenda del día siguiente, situación insólita en los últimos gobiernos.
Hasta el momento Obama ha cumplido su promesa de mantener su vida familiar que incluye desayunar y cenar con su esposa e hijas, además de apoyar ciertas actividades como la tarea escolar.
Su esposa Michelle y Barack Obama dijeron que no se encerrarán en la Casa Blanca y que saldrán a cenar juntos al menos una vez por semana y que pasearán de cuando en cuando con sus hijas por Washington y sus alrededores.
No sólo la solemnidad de la Casa Blanca parece quedar atrás sino además la monotonía que durante ocho años siguieron los Bush al interior de la Casa Blanca.
Según sus allegados Obama es un adicto al trabajo y como buen abogado es muy cuidadoso a la hora de revisar documentos y de pulir sus discursos.
Pero parece que no ocurrió lo mismo al designar a dos importantes colaboradores que tenían cuentas pendientes con el fisco y que tuvieron que renunciar a sus aspiraciones.
"La regué", expresó literalmente Obama a la televisión norteamericana al reconocer su error de no haber investigado cuidadosamente a tales personajes, en especial al senador Tom Daschle quien había sido nombrado como Secretario de Salud.
Hay que recordar que antes de la toma de posesión, el hispano Bill Richardson declinó al nombramiento de Secretario de Comercio al ser acusado por tráfico de influencias.
Obama ha demostrado una habilidad sorprendente para superar las críticas de los temidos reporteros de la Casa Blanca, pero no estamos seguros si en esta ocasión saldrá bien librado o si será el primer traspié que socave su alto nivel de popularidad.
De acuerdo a las últimas encuestas, el índice de aceptación de Obama es mayor al 60%, un porcentaje altísimo todavía, pero 20 puntos menor al que tuvo al arrancar su Gobierno.
Obama pondrá a prueba su popularidad y principalmente su capacidad de gobernar en los próximos días a la hora de negociar un acuerdo económico en el Congreso, tema que mantiene en ascuas a toda la Unión Americana.
En días pasados la Cámara de Representantes aprobó el plan de estímulo económico, pero falta ser votado en la Cámara de Senadores en donde los republicanos no quieren dar su brazo a torcer y obviamente quieren sentar a Obama a la mesa de negociaciones.
Así es la política aquí y en China. A los republicanos poco les importa que el mercado de valores siga en franca caída ni que día con día se dispare el número de desempleados.
Obama busca un acuerdo consensuado entre demócratas y republicanos que requerirá de más tiempo y obviamente tendrá que ofrecer concesiones políticas a los miembros del partido conservador.
A quince días de asumir el mando, el balance para el presidente Barack Obama es positivo, no obstante ya cometió sus primeros traspiés y hasta el momento no ha logrado dar una salida o al menos mayor claridad a la complicada crisis económica y financiera.
Envía tus comentarios a josahealy@hotmail.com