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Problemas de la censura

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Quizá sirva de flaco consuelo, pero no deja de ser reconfortante saber que hay otros lugares en el mundo en que instancias oficiales intentan ridícula e infructuosamente censurar lo que pueden ver, oír y leer los ciudadanos.

En México ya sabemos que está prohibido satirizar, a través de un video por Internet, al gobernador de Veracruz. ¡Uyyy, cómo pueden permitir que los castos ojos del mexicano vean una cosa tan fea! De la misma manera en que el IFE se lanza a prohibir que se transmitan ciertos mensajes, que este pueblo de menores de edad y retrasados mentales podríamos entender equivocadamente. O podrían influirnos de maneras aviesas, dado que somos una nación de analfabetos e imbéciles sin criterio, incapaces de distinguir entre la verdad y la mentira, la ficción y la realidad. Por eso nos tienen que cuidar.

En Irán, a resultas del movimiento de protesta por los resultados de las elecciones de hace tres semanas, el muy islámico Gobierno procedió a cerrar todo tipo de portales de Internet, dado que eran sitios del demonio que sólo promovían la desunión del pueblo iraní, que debe estar de acuerdo con todo lo que digan los clérigos medievales que deciden qué es blanco y qué es negro. Quienes osen disentir sin duda son seguidores de Satanás. Y por eso hay que silenciarlos por todos los medios.

Y en China, uno de los países que mejor controla qué ven, leen o escuchan sus ciudadanos, se ha llegado a un nivel muy sofisticado de censura: cada nueva lap top comprada en el Imperio del Centro a partir del 1º de julio, tiene integrado en su sistema operativo un filtro llamado Green Dam. Éste impide accesar páginas de Internet consideradas nocivas por el Gobierno comunista chino. Teóricamente, el filtro sirve para que el usuario oriental no pierda el tiempo ni contamine su mente viendo pornografía, violencia, el copete de Peña Nieto u otras imágenes terribles y perturbadoras de ese estilo. Pero, y eso todos lo sabemos, en realidad tiene como objetivo el negarle el acceso al ciudadano a páginas y portales que puedan disentir de la risueña versión de las cosas que da el Politburó. Como es imposible determinar de antemano qué páginas deben prohibirse (dado que surgen miles cada día), el filtro en apariencia bloquea ciertos trazos y colores que identifica con desnudos o sexo, y ciertas palabras que resultan subversivas. El problema es que el mentado filtro no parece distinguir muy bien entre amigo, enemigo o indiferente, y ha estado bloqueando sujetos muy extraños.

Por ejemplo, el filtro Green Dam impide desplegar fotos de Johnny Depp y Paris Hilton. Conociendo cómo se las gastan esos personajes, y sobre todo cómo se visten, podría considerarse que el filtro funciona. Pero resulta que tampoco pueden verse imágenes del gato Garfield; ni los menús en que figuren fotos de cerdo asado. Al parecer el filtro considera sexualmente cargado el pelambre anaranjado del maldito felino torturador de Odie, ese encantador perro oligofrénico. Y considera que unas chuletas pueden promover la contrarrevolución burguesa.

Total, que no hay censura perfecta... básicamente, porque la censura es un insulto a la inteligencia. Y aunque no lo parezca, en vista de la programación televisiva que devora el culto público mexicano, la inteligencia suele triunfar.

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