“Remolineaba muy feo. Los vidrios retumbaban como si fueran a estallar”, afirma la señora Lourdes Velázquez Cárdenas, habitante de Ciudad Constitución, mientras se repone del susto que le causó el huracán “Jimena” a su paso por tierras comundeñas.
Y es que el ciclón, aunque degradado a categoría 2, golpeó con fuerza a este municipio, ocasionando lluvias abundantes que provocaron inundaciones en varias localidades, incluso el resguardo de 5 mil 700 personas en diferentes albergues.
Sin embargo, las rachas de viento de hasta 195 kilómetros por hora, fue lo que más asustó a la población que asegura no haber sentido tanto miedo por un ciclón así en muchos años.
Según platica Lourdes, los vientos comenzaron a eso de las 11 de la noche del martes 1 de septiembre y no cesaron hasta la 1 de la tarde del miércoles.
La mujer es originaria de Torreón, Coahuila, pero reside en Ciudad Constitución desde hace 32 años. Durante este tiempo, afirma no haber sentido antes tanto miedo por el paso de un huracán.
“Es que se escuchaba un tronido muy feo. Nunca me había tocado un ciclón así”, expresa.
Ni el huracán Norbert, que los afectó el año pasado y provocó inundaciones importantes los impactó tanto como “Jimena”.
“Ahora sí que estuvo con ganas”, comenta.
Lourdes platica que frente a su casa el agua que bajó de la zona serrana ha seguido su cauce natural, convirtiendo la calle en un arroyo.
La ciudad permanece sin energía eléctrica, sin servicio de telefonía celular y sin comunicación hacia los municipios del sur.
La mujer se encuentra aún sorprendida por la intensidad de los vientos que azotaron la comunidad y que se llevaron varios techos de láminas galvanizadas.
“No quiero pensar en cómo les fue a las colonias más desprotegidas”, reflexiona.
Y es que afirma que aunque su casa es de concreto, sentía con fuerza el paso del huracán.
“A las colonias de las orillas, las más desprotegidas, ‘segurito’ les fue muy mal con estos ventarrones”, menciona.
Comenta que ella y su marido hicieron caso de las recomendaciones de Protección Civil. Se abastecieron con víveres, lámparas y agua, pero el susto —dice— “nadie nos lo quita”.
Y agrega: “los árboles se quedaron pelones. No pensamos que nos fuera a llegar así de fuerte”.