Asistimos al espectáculo del cuerpo del Ballet del Estado de Eslovaquia en el Teatro Isauro Martínez, quien presentó tres obras: "Tristán e Isolda", utilizando la música de Wagner y tambores japoneses Kodo en una visión de diseño teatral novedosa, muy diferente a las propuestas a que estamos acostumbrados los seguidores de Wagner; "El Lago de los Cisnes", que dejó mucho que desear porque aquí en La Laguna hemos podido apreciar otras puestas en escena bellísimas, además que el sonido estuvo pésimo; y "El Bolero" de Ravel, sobre el cual quiero extenderme.
Maurice Joseph Ravel (1875-1937), prolífico compositor francés hijo de padre de ascendencia suiza y madre de origen vasco, reconocido como maestro de la orquestación, tuvo una infancia con una cultura musical extensa y a los seis años comenzó sus estudios de piano. Admirador de Mozart, Saint-Saëns y Debussy e influido por las lecturas de Baudelaire, Poe y Mallarmé, manifestó un espíritu musical muy independiente. En 1901 compuso "Juegos de Agua", con la que impuso su personalidad musical. Trabajó por encargo de Sergei Diaghilev, director de Ballet Ruso de esa época, Stravinski, Collete e Ida Rubinstein, célebre coreógrafa y bailarina.
Fue a petición de esta última, que escribió su famosísimo "Bolero". Ida le había encargado un ballet de carácter español para lo cual el músico adaptó una antigua danza andaluza: el bolero. Su obra, que consta de dos temas y una cantinela incansablemente repetida, se caracteriza por un ritmo y un tiempo invariable, con una melodía obsesiva en do mayor repetida una y otra vez sin ninguna modificación salvo los efectos orquestales, en un crescendo que, in extremis, se termina con una modulación a mi mayor y una coda estruendosa, fue estrenada el 22 de noviembre de 1928 frente a un público sorprendido. Pese a que el músico expresó que era un simple estudio orquestal, el Bolero esconde una gran originalidad y en su versión de concierto ha sido una de las obras musicales más interpretadas en el mundo, permaneciendo por mucho tiempo en el primer lugar de la clasificación mundial de derechos de la Societé de auteurs, compositeurs et editeurs de musique. Ravel había firmado una obra maestra a partir de un material casi insignificante, pero que habría de convertirse en su obra más famosa, a pesar del extenso y rico material musical que en general compuso en su vida.
La puesta en escena de Eslovaquia fue impresionante, presentaron el Bolero para lo que fue escrito, para ballet. Un cuerpo de ballet liderado por un personaje vestido a la usanza española (¿o argentina?), quien con sus manos y sus botas marcaba la maravillosa música de Ravel con una fuerza extraordinaria, y sus compañeros giraban a su rededor con movimientos llenos de riqueza interpretativa, atrapando al público con un ambiente hipnótico y sugestivo. Realmente, por esta parte del programa fue que valió la pena haber asistido al teatro.
