A mediados de esta semana aparecieron unas mantas en varios estados de la República, al parecer colocadas por narcotraficantes, en donde se le pide al Presidente de México Lic. Felipe Calderón, no se ataque a las familias de los narcos. La leyenda dice: "Estamos conscientes de nuestros actos pero estamos en desacuerdo en que se involucren a nuestros padres hermanos y familiares. Es una regla mundial que ha existido en todos los tiempos y la familia es intocable... nosotros... jamás rompemos nuestros códigos... Las familias son sagradas y se respetan".
A todas luces es increíblemente absurda la leyenda de las mantas citadas, porque si "Las familias son sagradas y se respetan", para empezar, ¿cuándo han respetado ellos a las familias del pueblo mexicano?... La gran mayoría de los drogadictos han sido personas que han caído en sus garras en la adolescencia (y en la actualidad, en etapas más tempranas de la niñez), ocasionada esa caída por quienes manejan ese negocio ilícito y maligno, sin ninguna misericordia hacia los padres, abuelos, tíos, primos, cuñados, amistades, quienes sufren un gran dolor por la inmersión del familiar o amigo en ese terrible mundo de la drogadicción.
Si bien es cierto que son los padres de familia quienes deben estar al pendiente de sus hijos, también lo es que son los narcos quienes pululan en las calles ofreciendo la droga a diestra y siniestra (primero casi gratuita y después cobrándola con sangre) constituyendo un gran peligro para la juventud.
Por eso, el pueblo, a su vez, le pide a los narcos: "Por favor, los jóvenes son sagrados y deben ser respetados"...