FIESTA EN EL TSM
El análisis transaccional es un sistema de psicoterapia individual y social que se engloba dentro de la psicología humanista originado por el psiquiatra estadounidense Eric Berne en los años 60s. Consta de una clara metodología y unos conceptos básicos expresados en un lenguaje común. Aunque en apariencia parece sencillo, aporta un modelo profundo y su efectividad y fácil integración con otras disciplinas de las ciencias humanas y sociales le ha dado una gran difusión mundial. A nivel funcional, nos facilita analizar las formas en que las personas interactúan entre sí, mediante transacciones psicológicas, con sus estados del Yo Padre (nutre y critica), Yo Niño (capacidad de asombro, diversión y creatividad) y YO Adulto (procesa datos puros, maneja la información y actúa); aprendiendo a utilizar el primero para dar cuidados y normas, el segundo para buscar y recibir cuidados y el tercero para individualizarnos. Esto sucede tanto en nuestra interacción con los demás, como también en nosotros mismos, tratando de lograr una personalidad integradora. Es una teoría de la personalidad muy influenciada por los conceptos del Ello, Yo y Superyó de Freud, pero con énfasis en el análisis de la transacción, es decir, en las interacciones de las personas más que en las dinámicas internas y que se denomina Análisis Estructural.
A nivel profundo, nos facilita dejar el guión psicológico que creamos en la infancia bajo la influencia de las figuras parentales y de autoridad, el cual nos fue necesario para sobrevivir y que podemos aún estar siguiendo de forma inconsciente. Al dejar ese guión dejamos también los juegos psicológicos que lo refuerzan, pudiendo entonces usar nuestra propia capacidad de pensar, sentir y actuar al servicio de un vivir saludable, sobre todo en las actividades en las cuales las personas interactúan entre sí.
Todo esto viene a colación por la fiesta del pasado miércoles 11 con motivo de la inauguración del Estadio Santos Modelo, a la cual se asistió con grandes expectativas y alborozo por su significancia. El ánimo de los asistentes era de YO Padre, porque se trataba de apadrinar y apoyar al Equipo Santos Laguna por la construcción de un estadio de esa magnitud y su desempeño en la liguilla (no al 100 por ciento como la gente utópicamente piensa que debía ser, pero sí bastante aceptable), y la manera más apropiada era estar presentes ese día; además, las personas querían conocer el complejo deportivo del que tanto se había hablado en el año: el más grande y el mejor de Latinoamérica, a la altura de los mejores del mundo por sus características de diseño y funcionalidad, etc. y así dar constancia de ello, cuestionar, exigir recibir por lo que paga, señalar fallas, criticar y sancionar, aprobar o desaprobar. Pero, afortunadamente, también llevamos dentro el Yo Niño, que en este caso fue lo más importante porque lo primordial era divertirse, gozar esos momentos y pasarla bien con la probable recompensa de estar presente en un estadio magnífico, un buen show y un buen juego.
Hubo mucho desconcierto por la falta de señalamientos fuera del estadio que permitieran acceso simplificado, sobre todo por ser la primera vez que se abría al público, además de las circunstancias de la visita del Presidente de la República que ameritaba una vigilancia estricta a la entrada (lo normal en esas circunstancias), lo que originó caos en los accesos y uno que otro disgusto, pero, en general, las personas tuvieron paciencia y se comportaron a la altura (predominando el Yo Adulto). Conforme fue transcurriendo el evento, fue ganando terreno el Yo Niño y la diversión se manifestó abiertamente; el Estadio Santos Modelo es impresionantemente hermoso, el show estuvo excelente con Ricky Martin, así como el espectáculo del algodón y los mineros y, como corolario, ¡ganó el equipo local!... Realmente La Laguna tuvo su Noche Especial (así, con mayúsculas).
