Nuestros diputados, como nunca, nos han dado un ejemplo de lo degradada que está la democracia mexicana. Lo que pudo ser un verdadero debate parlamentario se convirtió en un lamentable espectáculo, que deja claro por qué la izquierda no ha podido construirse en una opción de gobierno, por qué el PRI perdió el poder y por qué el PAN está a punto de hacerlo.
Me refiero a la reciente comparecencia del secretario de Seguridad Pública federal. Como sociedad esperábamos una visión crítica y una revisión a fondo de la política de seguridad pública del gobierno del presidente Felipe Calderón. Y la mejor forma de aproximarnos era por la vía de la representación democrática que personifican los diputados.
Pero me parece que como ciudadanos perdimos la oportunidad de atestiguar un verdadero ejercicio de rendición de cuentas. Y lo perdimos porque los diputados suponen que el mejor acto parlamentario es hacer un espectáculo.
En el caso de los diputados del PAN, no fueron capaces de construir un análisis de la política de seguridad pública a nivel federal, ni de dar señales de cuáles serán las próximas etapas o acciones en la corrección de los graves errores que tiene. Es de entender que, como legisladores del partido en el Gobierno, hubieran defendido la estrategia anticrimen, pero con planteamientos sólidos. Por el contrario, entraron en una discusión sin sentido y en acusaciones mutuas con los diputados de los otros partidos.
Por otro lado, que lamentable fue ver a un Porfirio Muñoz Ledo dejando sus mejores habilidades oratorias en el olvido, y verlo convertido en un personaje anacrónico.
De Gerardo Fernández Noroña no vale la pena siquiera gastar en tinta. Jaime Cárdenas, Muñoz Ledo y Fernández Noroña, ¿verdaderamente pensarán que le hacen un servicio al país? A mí, como ciudadana, no. Lo que hacen en realidad es confirmar que no quiero más diputados como ellos, cuyos intereses son los suyos y no los nuestros.
Queríamos democracia, pero el espectáculo que vimos en esa comparecencia no es la democracia que queremos. Espero que no sea la que merezcamos.
Esos diputados, repito, no son lo que la sociedad necesita. Queremos representantes que debatan ideas. Sí, que lo hagan con intensidad y pasión, pero sustentándose en el bien de la nación, con argumentos. Es vital enviar un mensaje a la sociedad que podemos tener un Congreso digno y verdaderamente representativo, porque de lo contrario se corre el riesgo de que se propicie un desencanto ciudadano frente a la democracia. Y eso no conviene como país.
También presenciamos la representación de la desmemoria histórica en los diputados del PRI, Omar Fayad y Alfonso Navarrete Prida. El primero fue ineficiente para construir a la Policía Federal cuando la dirigió, y como presidente municipal de Pachuca aumentó la inseguridad. Al segundo, muchos mexiquenses lo recuerdan por la corrupción e impunidad en su paso por la Procuraduría del Estado de México.
En resumen, lo que vimos fue un verdadero desperdicio. La glosa de esta porción del informe, que es vital para la sociedad que vive arrinconada por el crimen, pasó a un segundo término. Se evidenció el desconocimiento que tienen sobre el tema la mayoría de los diputados que subieron a tribuna: en su mayoría confundieron las atribuciones de Hacienda, el Ejército, de la impartición y procuración de justicia, de los Estados y Municipios.
Y eso nos confirma que a los diputados el interés de sus representados, o sea los ciudadanos, no les importa. Nos han dejado muestra de que en sus prioridades están sus intereses políticos por encima del bienestar colectivo.
Lo ciudadanos no fuimos representados en esa comparecencia. No sentimos que nuestro temor cotidiano a ser víctimas del delito fuera elevado a nivel de reclamo. Tampoco fueron hechas las interrogantes que como sociedad esperábamos fueran resueltas: qué ha funcionado y qué se debe cambiar en la actual política anticrimen, por qué siguen los índices de violencia tan altos. Qué acciones estratégicas va a desarrollar el Gobierno en mejorar la coordinación federal, estatal y municipal para recuperar la seguridad en las calles.
Queríamos escuchar explicaciones sobre el fenómeno delictivo y la forma puntual de cómo se está atendiendo. Cuánto tiempo tardará en consolidarse la Plataforma México; cuál es su alcance en términos reales; cuáles son los avances en la profesionalización de la Policía Federal; o en qué esta basada la propuesta de desaparecer las 2,022 policías municipales y conformar 32 policías estatales; qué está pasando con el sistema penitenciario; por qué el secuestro sigue al alza; por qué los narcotraficantes ahora cobran protección como si fueran la propia autoridad; por qué llegamos a este grado de descomposición social que nos tiene presos e impotentes ante el crimen.
Todas esas interrogantes tendrán que esperar a ser aclaradas. Perdimos una oportunidad. Nos la hicieron perder nuestros diputados.
Es ineludible plantear, frente a ese panorama, cuánto nos cuesta como sociedad mantener las dietas de estos representantes y si vale la pena seguir haciéndolo.
A mi juicio, que los reduzcan. Es una democracia muy cara para los mediocres resultados que está dando. Hoy más que nunca los observatorios de desempeño legislativo son necesarios. Los ciudadanos merecemos mucho más que eso.