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¿Qué le pasa al gran Fidel?

POR JULIO FAESLER

Se sintió rozada la delicadísima piel de Fidel cuando el presidente Calderón dijo que posiblemente no podría realizar su visita oficial a La Habana, porque el Gobierno cubano había interrumpido los vuelos. Lo dijo con el mejor humor, sin ánimo de ofender y sin irritación alguna. Y es que el Gobierno cubano sin respaldo alguno de la OMS suspendió la comunicación aérea con México.

Pero un buen izquierdista nunca iba a dejar pasar la oportunidad para inventar conflictos, aun tratándose de México, el país que más le ha tendido la mano a lo largo de los últimos 60 años. Si así se porta con los propios, cómo no ha de hacerlo con los demás, aunque sea su amigo. Y ahí está el punto.

Fidel Castro acusó a México de haber detenido intencionadamente el anuncio de la influenza porcina, ahora humana, hasta después de realizada la visita de Obama, no fuera que ésta se cancelara. Sin embargo, nuestro país ha actuado de manera oportuna y transparente, nunca ha habido ocultamiento y toda la información se ha reportado tanto a la Organización Mundial de la Salud (OMS), como a la sociedad mexicana. Hechos que han sido ampliamente reconocidos a nivel internacional.

Castro, desde fuera, se une a los que desde dentro de México propalan versiones negativas diciendo que toda la enfermedad, o es un "compló" urdido por Obama y Calderón, para distraer la atención de la crisis económica mundial, o bien, que la epidemia no es en sí tan grave y que las medidas de emergencia fueron exageradas. En el primer caso, quedaría por explicar cómo se logró reclutar a todos los miembros de la OMS en la conjura contra México. En el segundo caso, faltaría negar que la enfermedad día a día se agrava y que hoy son ya 64 las muertes en nuestro país y 2,656 los contagios. En el mundo, 33 países han registrado al día de hoy 5 mil 728 casos.

Pero es Cuba la que sabe cómo ocultar epidemias. En 1997 fue asolada por el dengue y Fidel lo mantuvo en secreto durante dos meses hasta que hubiera pasado la temporada de turismo. Así que, cuando el Gobierno cubano se suelta diciendo que México había tratado mal el problema de la influenza y que podría cundir la infección inesperadamente en Cuba, todos nos sonreímos un poco.

La diferencia es que antes de la visita de Obama, ya se había detectado y difundido el hecho. El día 2 de abril se sabía de la cuestión sólo que, por ser un nuevo tipo de virus, hubo que esperar hasta identificarlo. Sólo hay en dos lugares en este Hemisferio, en Atlanta y Winnipeg. Nada se ocultó. Hasta ese momento se creía que el virus era un caso de influenza atípica conocida.

Sólo para hacer memoria: el 11 de abril, la Organización Panamericana de la Salud y de la Organización Mundial de la Salud cuestionan sobre el brote de influenza en Perote, Veracruz. Al día siguiente, la Secretaría de Salud describe el brote de Perote con la curva epidémica. Tanto la OPS como la OMS mencionan estar de acuerdo con una evaluación que preocupaba.

El viernes 17, se envían muestras a Canadá para precisar la tipología de la influenza. No fue sino hasta el 23 de abril que se avisa desde Winnipeg al secretario de Salud, José Ángel Córdoba Villalobos, que de las 51 muestras enviadas, una tercera parte confirmaba un nuevo virus quizá altamente contagioso. Esa misma noche se declaró la emergencia sanitaria y el cierre de escuelas en el Distrito Federal y Estado de México.

El Instituto de Enfermedades Tropicales de Cuba revela apenas el 11 de mayo que encontró al primer caso de influenza en un mexicano que regresó a Cuba el 25 de abril. Desde entonces nadie sabe de él. El 29 de abril el Gobierno cubano había suspendido los cinco vuelos comerciales diarios de las compañías Mexicana y Cubana de Aviación. Cuba mantiene, sin embargo, sus vuelos con Estados Unidos, país donde se reportan más de 2,600 casos diagnosticados.

¿Qué le pasa a don Fidel que no aquilata que prácticamente todo el pueblo mexicano ha estado pendiente de su casi mortal enfermedad y su valiente recuperación? ¿Y la defensa de México en tiempos de la OEA cuando fuimos los únicos en hacerlo? ¿O también es para él la hora de renegar de ese hecho, acusándonos de habernos puesto de acuerdo con Washington?

Pero habría que comenzar a dudar de lo genuino del espíritu solidario de Fidel con el pueblo de México cuando, renegando de su ideología de izquierda, aceptó y convalidó con su presencia la toma de posesión de los últimos presidentes de la República emanados del PRI, partido que duró 70 años en el poder, análogo al oficial de Cuba que este año cumple los cincuenta.

Y nosotros creíamos que se identificaba con los anhelos del pueblo mexicano. Las críticas que ha hecho a Fox y Calderón se entrometen en nuestra política interna. Es curioso que sus invectivas sean tan partidistas.

Pero a final de cuentas, quizá Fidel ya no refleja la posición oficial del Gobierno cubano. Habrá que preguntarle a su hermano Raúl, el presidente actual, antes de ofendernos más.

Mayo de 2009

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