Buen momento. La rockera disfruta de la naturaleza, de sus momentos a sola y por supuesto, de su familia. AGENCIA REFORMA
Alejandra Guzmán tiene tres motivos para celebrar: que mañana cumple 41 años, que en 1989 debutó como cantante y, lo más importante, que ahora es una nueva persona.
Ya no se enamora fácilmente ni le emociona desvelarse en las discotecas; dejó de lado el alcohol y las drogas, y ahora, sus placeres son bucear, jugar con mantarrayas y hasta pintar y tejer.
"Soy una persona muy feliz que tiene lo que quiere o más de lo que ha soñado. Tengo suerte, tengo salud. No me mató el cáncer, no me han matado mis adicciones, no me han quitado la chispa de vivir, no he perdido el amor de mi gente, de mis fans, y digo ¡qué suerte tengo!", expresa Guzmán en entrevista exclusiva con Gente!
"He sobrevivido a muchas cosas en mi vida porque canto y ahí saco las cosas; es mi catarsis primaria: cantar. No me gusta cargar con cosas que te hacen más pesada la vida; eso te pudre, te envejece, te amarga".
La rockera está convencida de que los acuarios son intensos y no pasan desapercibidos: su papá, Enrique Guzmán, cumplió 66 años el 1 de febrero; Stephanie Salas su sobrina, cumplió el 5; su abuela materna Merilú, los cumplía el 6 del mismo mes.
"Es de familia. Heredé tantas cosas de la familia. Mi gusto por el buceo por ejemplo, es de mi papá. Me encanta ser la capitana de mi propio barco; también me voy a esquiar en el mar. Me meto en altamar sola; sé hacer nudo marino".
Ale, como le dicen sus allegados, disfruta refugiarse en su casa de playa en el Pacífico. Ahí se sorprende con detalles que antes le parecían insignificantes.
"Hay un lugar donde nacen las mantarrayas y voy a molestarlas; les pico, me dan toques, pero, claro, voy con las chiquitas, no con las grandotas. Me fascino con eso. Siempre busco algo nuevo. Me encanta pintar, bordar y tejer, como a mi mamá. Mis hermanos me dicen que soy una abuela. Yo lo hago por terapia; así me entretengo", señala la hija de Silvia Pinal y media hermana de Sylvia Pasquel.
"Antes vivía más como Alejandra Guzmán, la artista, que como ser humano. La artista me ha quitado el tiempo para la persona; me ha quitado un poco de mi familia, de mis amigos, y creo que estos últimos cinco años me he dedicado a conocer quién soy. Antes fue locura, juventud, sueños, deseos de ser diferente, siempre decir las cosas que siento y ya aprendí; esa es la palabra clave: aprender".
Desde que inició su carrera, hace 20 años, Ale ha sido protagonista de escándalos, peleas y rumores.
Un lustro atrás, dice, le cayó el veinte de que no iba por el camino adecuado. Dejó las drogas y el alcohol y se concentró en su hija, Frida Sofía.
Pero su fama de franca y directa, de rebelde y explosiva, no la piensa dejar.
Sudor y lágrimas
A pesar de provenir de una dinastía de mujeres famosas, Alejandra asegura que llegar a donde está no ha sido fácil, pues el ambiente artístico sigue siendo muy machista.
"(Sobresalir) me ha costado sangre, lágrimas. Cuando eres mujer te tratan diferente en esta carrera. Todavía hay más hombres que dominan el negocio. El cambio le pertenece a las mujeres que somos necias, en el buen sentido. Yo soy constante y, cuando quiero chin..., chingo hasta que lo logro y tengo una herencia artística que no puedo negar", afirma y dice que no se da por vencida.