Qué tristeza
Después de observar lo acontecido en el fin de semana con el futbol nacional, el aficionado debe sentir que lo están estafando, ya que el producto que recibe por el pago de un boleto, o al encender el televisor, es de menor calidad de la que se anuncia.
Para empezar, el título de "profesional" le queda grande al pobre espectáculo que se brinda, con esquemas tácticos medrosos, jugadores que salen a cometer todo tipo de tropelías con tal de no jugar, comentaristas en algunos casos impreparados y falaces y un arbitraje que está a años luz de impartir justicia.
Con tres salvedades, el campeonato mexicano es un monumento a la mediocridad e irregularidad y mucha culpa de ello la tiene el infame sistema de competencia. Aquí se trata de calificar a la liguilla al precio que sea, aunque, en muchas ocasiones, se olvide el fundamento de agradar a la tribuna y jugar bien al futbol.
Toluca, con su bien aprendido libreto, en una Liga "normal" se estaría enfilando al bicampeonato, nada más que aquí en nuestro país tiene que hacer el gasto en el torneo regular y luego jugarse el todo por el todo en la fiesta grande, con muchas posibilidades de fracasar.
Monterrey ha vuelto a ser un equipo explosivo y hace valer la localía, con un muy buen trabajo de Víctor Manuel Vucetich, y si encuentra seguridad en el arco va a ser un hueso durísimo de roer en la postemporada.
Pachuca tiene ganas de ser, en la realidad y no en el discurso, el equipo de México y eso se logra jugando con alegría al futbol. La reciente goleada al Necaxa muestra a un cuadro compenetrado y comprometido que busca, como premisa, el arco rival.
El resto de los equipos están pa' llorar, y para muestra lo sucedido en la fecha 11 con los llamados "grandes" de nuestro balompié.
El primer gran dolor se llama Guadalajara; qué lejanos parecen estar los días en que el estilo vivaz, aguerrido y variado del Rebaño era una gala para los ojos. Hoy son un grupo de jugadores donde cada quien juega como quiere, o en el mejor de los casos como puede, sin gol y con una errática dirección técnica. Quizá los días de Efraín Flores al frente de los rojiblancos estén contados, habida cuenta que a otros entrenadores se les ha despedido por menos.
El segundo de estos ¡ayes! lastimeros es el Cruz Azul, quien, a decir de su técnico, ha entrado en una profunda crisis. El problema es que el diagnóstico es correcto pero las soluciones no aparecen. Fueron a Toluca y se trajeron la alforja llena de cuero con una alineación de pánico. Benjamín Galindo está en la cuerda floja. Otra pena fue el trabado encuentro, lleno de precaución y táctica, que nos ¿regalaron? América y Pumas. Escasas llegadas, mucha marca, exceso de faltas y una cantidad de incidentes que propició que los médicos corrieran más que los jugadores.
Mención especial, para sacudirnos la tristeza, merece el Puebla y que habrá futbol de Primera División hasta dentro de quince días.