EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Realidades

Relatos de andar y ver

ERNESTO RAMOS COBO

Me parece de mal gusto, pero a la vez humana y atroz, y cruda de verdad, esa manía tan nuestra de pisar al otro y del sálvese quien pueda. Directo a la carnicería generalizada, y, si acaso alguna mirada de compasión es sincera, ya la llevamos de gane; menudo privilegio se ha posado sobre nuestra corona de carne cruda (flesh).

Tengo un conocido que no le importa saltarse cualquier uso de suelo, y construye donde sea; se carcajea de la ley arrojando algunos billetes. Me ha tocado lidiar con un tipo que aun sin creer en las reglas se dedica a romperlas. Tengo amistad con un caradura que reiteradamente se ha cansado de topar con pared, y ahora, en las buenas y en las malas, anda rompiendo quijadas dondequiera. He frecuentado a un contingente de desocupados que ya torcieron la mano, y por allí se les ve caminando por la plaza todos los días, como buscando un milagro.

Malditos centavos: si no fuera por ellos; moneda verde sobre la cual gira todo. Todo lo simplifica a nivel de mercancía y, si para su obtención media un obstáculo, basta pisotear sin rencor y todo resuelto. La lealtad, el honor, la palabra; en el cajón de anticuario. Un empleado es remplazado con el rigor de un manoteo, después de unas cuantas firmas el lunes todo resuelto, a lo que sigue. Todos convertidos en mercancía de uso corriente, en época de utilitarismo a ultranza.

Pero aquí no se trata de nada. No hay ningún caso en cuestión. No necesariamente la argumentación ha de pasar de la A a la Z, entre frases encopetadas. Tal vez sólo intentar encontrar sentido entre un marasmo plagado de incredulidades. Y que sigan pasando los días.

Tengo un conocido que le rompieron la esperanza a trompadas, y ni a dónde acudir, mejor marcharse a otro lado; desalentado ante nuestra descompostura social, y económica, ante el deterioro de nuestras estructuras políticas y de Gobierno, ya no encuentra aquí lugar. Tan desaseado todo, tan atrozmente crudo, que -pregúntese usted-, si es acaso capaz de verbalizar las razones de nuestros desperfectos (más allá de lugares comunes), y listar senderos asequibles que pudieran dar luz.

Porque, aunque al fin de cuentas haya unas reglas escritas, y aunque los gobernantes anden por allí, con sus palabras domingueras haciéndose presentes, la institucionalidad y la legalidad siguen mermándose cotidianamente. La del pisoteo, la del sálvese quien pueda, es moneda de uso común. Que nuestro andar hacia el individualismo haya sido entre institucionalidad debilitada, es algo especialmente desafortunado que ahora estamos pagando.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 432837

elsiglo.mx