La familia asesinada por un hombre disfrazado de Santa Claus en Los Ángeles tenía raíces en Torreón, pues los dueños de la casa donde ocurrió la matanza era un matrimonio originario de la ciudad, suegros del asesino, Bruce Jeffrey Pardo. EL SIGLO DE TORREÓN
Cientos de personas llenaron una iglesia el viernes en el funeral de nueve miembros de una familia asesinados por un hombre disfrazado de Santa Claus la víspera de Navidad.
No hubo féretro alguno en la iglesia católica del Santo Nombre de María, mostrándose en cambio fotografías de las víctimas en atriles y sus cenizas en una urna y varias cajas pequeñas en el altar. Algunos parientes vinieron desde México y Canadá para asistir al funeral, y el jefe de la policía de Covina, Kim Raney, y otros agentes que trabajaron las 24 horas en el caso ocuparon una banca.
Un amigo de la familia Ortega, Eddie Perry, habló sobre cada uno de los muertos y los calificó como la "familia más unida que he conocido".
Recordó la forma en que la matriarca de la familia, Alicia Ortega, dijo que quería morir antes de su marido porque no podría vivir sin él. "¡Dios no te oiga!", respondía su esposo Joseph Ortega.
Su ex yerno, Bruce Pardo, irrumpió en su casa y empezó a matar gente antes de incendiar la vivienda y suicidarse después.
Nueve miembros de la familia con raíces laguneras murieron por las balas o por el fuego: la ex esposa de Pardo, Sylvia Pardo, de 46 años; sus padres Joseph, de 80, y Alicia, de 70; sus hermanos Charles Ortega, de 50, y James Ortega, de 52, y sus esposas, Cheri, de 45, y Teresa, de 51. También falleció la hermana de Pardo, Alicia Ortiz, de 46, y su hijo Michael Ortiz, de 17.
El sacerdote Joseph Shea, quien ofició la misa, dijo que la "locura del mal" es la causa de la tragedia y exhortó a los dolientes a no ceder frente al pesar y perder la fe ante la falta de sentido de lo ocurrido, aunque él mismo dijo haberse sentido desconcertado por ello.
"No pretendo saber por qué es que Dios tolera que le pasen cosas malas a las personas buenas", dijo Shea durante la misa de dos horas de duración, donde el cardenal de Los Angeles, Roger Mahony, dio la comunión.
Perry, quien conocía a los Ortega desde su niñez en la zona de Monterey Park, recordó que la familia estaba muy unida y siempre lista a poner música, sacar alimentos y bebida e improvisar una fiesta.
"Doy gracias a Dios por cada momento que pasé con los Ortega", dijo Perry, el único de los presentes en hablar después de la misa.
Refirió también que James Ortega tenía un caballo de carreras llamado Return of the King. La semana pasada, el caballo tuvo un espectacular remonte para ganar una carrera en Santa Anita, corriendo por última vez a nombre de su dueño.