Evidentemente, el estilo personal de gobernar del presidente Felipe Calderón tiene serios problemas. Y ya debería ser hora de que se diera cuenta. El rodearse no de gente capaz y hábil, sino de leales a su persona a toda prueba, no le ha funcionado ni dentro del Gabinete ni a la hora de las elecciones. La debacle azul del pasado 5 de julio es una muestra contundente.
Sin embargo, Calderón parece empeñado en seguir esa línea. Al intentar poner con calzador como líder del PAN a César Nava, su antiguo secretario particular, digamos que ni siquiera le despistó. En la mejor tradición priista del dedazo, intenta crear una "candidatura de unidad" a la fuerza.
Por supuesto, algo parecido ocurrió durante 70 años con el PRI. El presidente de la república se encargaba de designar al presidente del partidazo. A veces como apéndice político; a veces como simple pastor del rebaño que le dejaba las manos libres para asuntos más importantes. Pero los presidentes tricolores cuidaban las formas, buscaban algo de consenso, y nunca, nunca nombraron a su secretario particular para un puesto de ese tipo. Ni siquiera Zedillo, el menos priista de los presidentes emanados del PRI, llegó tan lejos. Atropelló al partido y quitó y puso líderes, eso sí. Pero nunca llegó a esos niveles de favoritismo hacia los cercanos a su persona.
Pero a fin de cuentas, al PAN de algo le sirve de vez en cuando su tradición democrática. Y ante el evidente dedazo presidencial, ya hubo quienes respingaron.
En un acto insólito, un grupo de connotados panistas, encabezados por Santiago Creel y el lagunero Ricardo García Cervantes, se lanzaron en contra de la imposición de César Nava. No con esas palabras (panistas modositos a fin de cuentas), pero sí con esa intención. Al tiempo que declinaban participar en la contienda para elegir líder panista, contienda que sería una farsa estando como están las cosas, pidieron más tiempo para que el partido reflexione antes de elegir un nuevo líder.
¿Qué pretenden? Por lo pronto, llamar la atención a la manera burda en que el Presidente pretende manipular al partido. E indirectamente, criticar una práctica que el PAN condenó siempre cuando estuvo en la Oposición.
Pero además, tal vez quieren ganar tiempo para convencer a un número suficiente de delegados, de manera tal que Nava no obtenga el 66% de los votos que necesita en el Consejo Nacional para ser nombrado presidente del partido. Quizá a eso le tiren los rebeldes: a apelar a la esencia democrática del PAN y darle tiempo a algunos de sus miembros para hacer examen de conciencia.
En todo caso, la fórmula de Calderón parece estar ya totalmente agotada. Y eso se ve incluso en su propio partido.