"Nuestra mayor gloria no radica en nunca caer sino en levantarnos cada vez que caemos".
Confucio
Han empezado las economías del mundo a mostrar signos de recuperación. Pero no todas al mismo tiempo.
Si bien nos dijeron que la mexicana sería una de las primeras en recuperarse, ya que sufriría apenas un resfriado ante la neumonía mundial, sigue mostrando mayores signos de debilidad que la mayoría. La caída del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano en el segundo trimestre fue de un 10.3 por ciento anual. Para el segundo semestre del 2009 se espera una contracción de 5 por ciento. Para todo el 2009 la economía nacional registrará una baja de 7 por ciento.
Las nuevas locomotoras del crecimiento mundial están en Asia. China no sólo no ha conocido la recesión sino que tendrá una expansión superior al 8 por ciento en este 2009. La India se está perfilando para un avance de 5.5 por ciento. Otras economías asiáticas más desarrolladas han recuperado el crecimiento. Corea del Sur registró un avance sorprendente de 9.7 por ciento en el segundo trimestre contra el primero de este 2009. Incluso Japón, que lleva años estancado, tuvo un avance trimestral de 3.7 por ciento. La idea de que la recuperación se lograría por las grandes inyecciones de dinero gubernamental no parece haber fructificado. Estados Unidos ha aumentado el gasto más que nadie, pero aun así registró una contracción de uno por ciento en el segundo trimestre contra el trimestre anterior. En cambio Alemania, cuyo Gobierno ha sido cuestionado por el poco aumento de su gasto, tuvo en el segundo trimestre una expansión de 1.3 por ciento.
No sé si es correcto decir que México ya tocó fondo, como lo afirman los funcionarios federales: la contracción mantiene su intensidad en nuestro país. Pero sí es previsible que el ritmo de caída se vaya moderando en lo que resta del año. Podemos prever que tarde o temprano habrá una recuperación. Para el 2009 el panel de expertos de
Pronostica un crecimiento de 2.8 por ciento para la economía mexicana.
Pero no será porque el Gobierno y el Congreso hayan hecho su tarea para aumentar la productividad de la economía nacional.
La reforma fiscal del 2007 no redujo la dependencia gubernamental de los ingresos petroleros ni volvió más competitiva la economía. La energética no ha aumentado la inversión en la industria petrolera, cuya producción sigue cayendo. Los pocos recursos que tiene Pemex se están empleando para la construcción de una refinería, de las varias que necesitamos, cuando la refinación, al contrario que la extracción de crudo, es un negocio de baja rentabilidad.
La recuperación de la economía nacional depende enteramente de la estadounidense. Sólo si los consumidores al norte de la frontera empiezan a demandar una mayor cantidad de productos mexicanos podremos empezar a ver un crecimiento de la economía nacional. México no ha logrado, como Chile o Brasil, convertir a China en un destino importante de exportación. Lo único que hemos logrado es aumentar nuestras importaciones de bienes manufacturados chinos.
No preocupa tanto la recuperación del 2010, que parece inevitable, ni la inmediatamente posterior. En el 2012 el dispendioso gasto electoral volverá a dar un impulso a la economía. Mi inquietud es posterior. Tal y como están las cosas llegaremos al 2013, al inicio del próximo Gobierno, planteándonos nuevamente la posibilidad de hacer las reformas que nuestros políticos se han negado a hacer. A los políticos no les preocupa que los prospectos de largo plazo se deterioren cada vez más.
El problema no es la falta de dinero. El Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes de la SEP nos revela que el principal problema de la educación en México es el bajo nivel de educación de los propios maestros. El esfuerzo real debe hacerse en la preparación y contratación de profesores, así como en las normas para medir su desempeño y permitir que sigan dando clases.