"Nunca profetices, especialmente
Acerca del futuro."
Mark Twain
Washington, D.C.- Virtualmente todos los "expertos" se equivocaron al pronosticar la gravedad de la recesión. En un principio pensaron que los problemas se concentrarían solamente en la industria de la construcción de Estados Unidos o en algunos bancos culpables de haber extendido dudosos préstamos hipotecarios o de haber comprado créditos subprime en paquetes bursatilizados.
Entre los gobernantes de Europa surgió una actitud de menosprecio a la Unión Americana que, supuestamente, había caído en excesos producto de su apego a los dogmas del libre mercado. El británico Gordon Brown se vanaglorió de haber intervenido antes que Washington para nacionalizar bancos. El español José Luis Rodríguez Zapatero argumentó que la solidez de los bancos hispanos salvaría a España. El francés Nicolas Sarkozy afirmó que la mayor intervención del Gobierno en la economía haría que Francia escapara a la crisis. La alemana Angela Merkel señaló que la disciplina fiscal y la productividad salvaguardaría a Alemania. El secretario de Hacienda de México, Agustín Carstens, señalaba que México sólo pescaría un catarrito ante la neumonía del vecino del Norte.
Las ilusiones han quedado atrás. La economía estadounidense cayó 6.1 por ciento en el primer trimestre de 2009 (anualizado contra el último trimestre de 2008), la británica 7.4 por ciento, la española también 7.4 por ciento, la francesa 4.7 por ciento, la alemana 14.4 por ciento y la mexicana un pavoroso 21.5 por ciento.
Los expertos optimistas de principios de 2008 se han convertido en los peores pesimistas. Algunas de las nuevas predicciones sostienen que la crisis durará toda una década como la Gran Depresión y que sus consecuencias podrían ser igualmente devastadoras. El hecho de que los planes de rescate gubernamentales estén tardando en aplicarse, por sus dimensiones gigantescas y por problemas burocráticos, ha recrudecido el pesimismo.
Sin embargo, algunos factores empiezan ya a señalar una próxima recuperación. La tasa de ahorro en los Estados Unidos, que llegó a ser negativa, hoy se ha elevado a 5.7 por ciento del ingreso. Los mercados bursátiles de Estados Unidos y del mundo, incluyendo el mexicano, han venido subiendo a lo largo de los últimos meses. Instituciones como el Bank of America, que parecían condenadas a la bancarrota, están logrando recapitalizarse. Las ventas de casas en la Unión Americana han empezado a repuntar, en parte como consecuencia lógica de la baja de los precios del último año y medio. La confianza de los consumidores se encuentra al alza, en contraste con la opinión de los "expertos". Los precios del petróleo se han recuperado también. Las quiebras de algunas empresas están creando oportunidades para sus rivales más eficientes.
El mercado está haciendo una vez más lo que mejor sabe hacer: corregirse a sí mismo, resolver sus propios problemas. La economía de Estados Unidos parece destinada a ser la primera en salir de la actual crisis debido a que sigue siendo la más flexible y la más competitiva del planeta, como lo señalan desde el Foro Económico Mundial hasta el Banco Mundial. El gran riesgo para Estados Unidos y para el mundo, de hecho, radica hoy en la avalancha de dólares que el Tesoro y la Reserva Federal han creado de manera artificial, que podría generar presiones inflacionarias años y provocar una nueva crisis más adelante.
Los mexicanos debemos estar más que nunca conscientes de lo que viene. La crisis no durará para siempre. Necesitamos ahora sí hacer las reformas de fondo que nos harían más eficientes para aprovechar el crecimiento que se vislumbra a lo lejos.
China es una gran paradoja. Lleva muchos años siendo la economía con mayor crecimiento del mundo. Pero el vigésimo aniversario de la matanza de Tiananmen, este 4 de junio, nos obliga a reflexionar si un país puede realmente mantener una alta competitividad económica con un sistema político tan cerrado como el chino.