Felipe Calderón Hinojosa, presidente de México, se dirigió a la nación en un discurso televisado; ofreció una reseña del informe de Gobierno entregado el primero de septiembre; sobresale la palabra reforma, que por enésima ocasión ha sido calificada como necesaria y casi imposible ante el choque de intereses particulares.
Una de las primeras reacciones fue la del economista Gabriel Casillas que aseveró: "será complicada que se apruebe, pues requiere de liderazgo político y dinero". Eso todos lo sabemos.
Curiosamente, los mexicanos, tenemos identificadas nuestras principales áreas de oportunidad; también damos por hecho la anulación de los propósitos de desarrollo y ruptura con la pobreza, al aceptar el dominio de intereses económicos, políticos y partidarios que nos impiden movilizarnos.
Desde nuestros orígenes como nación, hemos padecido la burocracia paralizante y corrupta, que en algún tiempo, no muy remoto, fue promovida por los políticos del sistema, por ser medio para controlar a las masas, particularmente al momento de votar. Seguramente usted recordará la "línea", aquella orden acompañada de amenazas veladas para apoyar a tal o cual candidato; así, la "reforma regulatoria que permita evitar trámites innecesarios" se sabe necesaria y difícil de conseguir.
El presidente habló de la "necesidad de la reforma laboral, para incrementar la productividad". Sabemos de esa enfermedad social que nos paraliza obstaculizando a los generadores de empleos; el sindicato, uno de los grandes logros del mundo, previsto como una propuesta humanista para cuidar los intereses de los trabajadores, en México, es medio de control y explotación de afiliados por algunos líderes, muchos de ellos corruptos y afianzados en el poder con medios represivos y hasta criminales. Espero no haya olvidado el caso de los mineros y sus millones de dólares extraviados.
"La reforma económica para crear empleos" ha sido enunciada como imprescindible y urgente; aquellos que quieren establecer una industria o comercio ofrecerían empleo, pero los trámites burocráticos, la ineficiencia en los procesos y hasta la corrupción, les impiden lograr sus propósitos; luego vendrán las regulaciones de ley en cuestión laboral, sumadas a los obstáculos para alcanzar objetivos. Quienes logran brincar la muralla, aún deben vencer a la competencia desleal, la piratería y el trato desigual. Pregúntele a los comerciantes del Centro de la ciudad.
Dijo necesaria la "reforma de las finanzas públicas y hacer más eficiente el gasto". En días pasados se anunció el "adelgazamiento" del aparato burocrático federal y algunos municipios, como Torreón, han hecho lo propio; aún así, quedan muchos ajustes por hacer en cuestiones de productividad, adquisiciones, licitaciones y eficiencia en la prestación de servicios; sigue siendo urgente encontrar soluciones internas a la corrupción y el robo.
También trató el tema de la "reforma de telecomunicaciones para que los precios sean más accesibles"; habría que agregar: la libre comunicación de ideas, información verídica y apoyo a los propósitos nacionales. Usted conoce a los principales administradores del cuarto poder y sabe del abuso con que aplican la fuerza para proteger sus intereses.
"Reforma política de fondo y revisión de reglas electorales"; definida una vez más como necesaria, y ¡ahora sí! efectiva, propósito escuchado en cada Administración federal. De igual forma, conocemos la enorme oposición a enfrentar, no sólo por los intereses de grupo, sino hasta la de personas que han encontrado en la politiquería el medio para subsistir y enriquecerse, sabedores de no poseer la capacidad -conocimientos- para sobrevivir fuera del presupuesto. Debo reconocer que es injusto generalizar, pensando en las minorías que ejercen la profesión de político con vocación y pasión; desgraciadamente son tan pocos, que las oleadas de los ventajosos los ahogan.
Habló de "impulsar la calidad de la educación", vista como casi imposible, al saber del poder que administran los líderes del gremio que han llegado a extender sus dominios hasta áreas de la administración pública muy alejadas de la educativa. Recuerde las últimas evaluaciones a los docentes.
También habló de la "seguridad y el combate a la delincuencia", un monstruo que dejamos crecer, alimentándolo por décadas y que ahora insiste en devorar al país. El problema, desatendido, requiere de esfuerzos extraordinarios por largos períodos, a costa de dinero, tranquilidad social y permanente amenaza a nuestra seguridad.
El tema de la salud, ocupa un espacio preponderante; preocupante, al ver que aquello ideado como solución social, ejemplo en su tiempo para toda Latinoamérica, ahora está descuidado, prácticamente sin recursos y provocando descontento, el mismo que fue inspiración para su creación.
Lo importante del mensaje es la manifestación de la intención del mandatario, reflejada en algunos aciertos, como la lucha contra la delincuencia y las repetidas propuestas de reformas legislativas que nos permitan sobrevivir. Exijamos que los legisladores y líderes de partidos políticos acepten trabajar por el bien común.
La frase trillada de "trabajar unidos" toma más significado en la actualidad; la pregunta: ¿Estamos dispuestos?