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El desaseo y la demora han sido las constantes en el plan de "rescate y remozamiento" del Centro Histórico de Torreón. Los trabajos de construcción de los paseos comerciales Cepeda-Valdez Carrillo y Juárez-Hidalgo comenzaron en julio de 2008 con las labores de preparación. En aquel entonces, el Ayuntamiento informó que la obra del primer paseo debería estar lista a finales de noviembre del mismo año, cuando los vendedores informales instalados entonces a lo largo de las avenidas Juárez e Hidalgo iban a ser reubicados a los nuevos módulos en las calles Cepeda y Valdez Carrillo.
Sin embrago, un mes después, en agosto, la fecha de conclusión de los trabajos se movió para enero de 2009. Posteriormente, ante el evidente rezago, el plazo para terminar las obras se extendió hasta marzo. Pero marzo pasó y ya estamos en mayo y todavía continúa la instalación de módulos y las labores del paseo Juárez-Hidalgo no tienen para cuándo acabar.
Además de los retrasos, la que ha irritado a los cada vez menos visitantes del Centro y a los cada vez más golpeados comerciantes establecidos del sector ha sido la falta de aseo y cuidado en las obras. Por una parte, con el cierre de las calles Cepeda y Valdez Carrillo fueron suprimidos 120 cajones de estacionamiento los cuales no se sabe de qué manera serán repuestos. Por la otra, la empresa que lleva a cabo los trabajos no ha tenido el menor cuidado para proteger a los transeúntes, sobre todo a los de la tercera edad o con capacidades diferentes, ya que hay largos tramos de banquetas abiertas sin protección alguna.
Pero no es todo. El costo de las obras, que en un principio se había proyectado para 106 millones de pesos, tuvo que ser ajustado a 126 millones para poder adquirir los transformadores necesarios para conectar a los informales a la nueva red eléctrica subterránea, y para comprar 15 módulos más que no estaban contemplados. Ahora habrá que sumarle lo que cuesten los toldos y la malla sombra que se instalarán para cubrir del sol a los vendedores.
Por si fuera poco, el Gobierno del Estado desde hace dos años y medio tiene retenidos los recursos del Impuesto para la Conservación del Centro Histórico, dinero aportado por los ciudadanos a través del pago de sus derechos vehiculares.
En medio de todo este desorden y tardanza sólo falta esperar que el publicitado plan de "rescate" sirva para lo que se supone fue creado: reactivar el primer cuadro de la ciudad, el otrora orgullo de Torreón, hoy vergüenza del mismo. Si no es así, tanta molestia y desgaste habrán sido en vano.
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