Los aspirantes a suceder al panista José Ángel Pérez como alcalde de Torreón ya empiezan a asomar la cabeza. Poco a poco sus apariciones públicas se van haciendo más frecuentes y no les faltan pretextos para hacerse notar, ya sea con precampañas fallidas, supuestos planes de "rescate" o aprovechando indebidamente la plataforma que da un cargo público.
Pero más allá de las caras, conocidas o no, los colores partidistas y las ambiciones personales o gremiales, la renovación este año del ayuntamiento de la ciudad más importante de la Comarca Lagunera representa una oportunidad para crear una agenda ciudadana que obligue al próximo presidente municipal a trabajar en aquellos rubros que hoy han quedado evidentemente desatendidos; dos de los más importantes son sin duda la imagen e infraestructura urbanas de Torreón.
La llamada Perla de La Laguna es una ciudad que rebasa ya el medio millón de habitantes, por lo que se encuentra en la lista de las 20 urbes más pobladas del país. No obstante, su crecimiento en las últimas dos décadas ha sido desordenado. Y aunque existe un Plan Director de Desarrollo Urbano, éste se ha ido modificando a lo largo de los años de acuerdo a los intereses de particulares influyentes y políticos inmorales.
Frente a esta situación no es de extrañar que en Torreón existan antiguas comunidades ejidales que desde su origen han sufrido la marginación, rodeadas de nuevas colonias residenciales o populares en donde sin bien se cuenta con todos los servicios, muchos de ellos son deficientes.
Esta falta de planeación hasta ahora no ha logrado ser subsanada con las múltiples, tardadas y onerosas obras de infraestructura vial cuya "paternidad" hoy se disputan de forma absurda en spots y espectaculares el Gobierno de Coahuila y el Ayuntamiento de Torreón. Dichas obras, aunque necesarias ahora para mejorar la circulación vehicular, en pocos años quedarán rebasadas por el crecimiento y la saturación de la ciudad. Bajo la obtusa lógica que siguen las actuales autoridades, nunca serán suficientes los pasos a desnivel ni los sistemas viales de túneles y puentes, ya que siempre habrá crucero en dónde construir uno. Pero en la medida en la que el número de automóviles aumente desproporcionadamente, el impacto negativo en la vialidad de este tipo de obras durante su construcción es mayor y su beneficio posterior cada vez menor.
Aunado a lo anterior se observa que la inmensa mayoría de los recursos del erario destinados a obra pública se invierte en esos costosos proyectos, por lo que se descuida considerablemente el equipamiento y la imagen general de la ciudad. Basta hacer un recorrido por las calles para darse cuenta del abandono en el que se encuentran amplios sectores de Torreón: vialidades importantes con baches, pavimento desgastado y líneas despintadas; numerosas luminarias del alumbrado público apagadas; camellones y banquetas semidestruidas; áreas verdes secas y convertidas en basureros; plazas públicas sucias y deterioradas; monumentos pintarrajeados por vándalos y dañados por delincuentes; semáforos descompuestos; letreros caídos, postes doblados, entre otros "detalles" que, sumados, dan a nuestra ciudad el aspecto deprimente y de ausencia de orden que ahora tiene.
La persona que, quien quiera que sea y del partido que fuere, aspire a gobernar esta ciudad a partir del primero de enero de 2010 y hasta el 31 de diciembre de 2013, debe entender que los torreonenses ya no nos conformamos con puentes, túneles y obras de relumbrón, ya que para recuperar la dignidad de nuestra ciudad se requiere mucho más que eso. Es por ello que en estos meses que restan para la elección de octubre, los habitantes de Torreón tenemos que construir una verdadera agenda ciudadana que trace las líneas a seguir por el próximo alcalde.
Mejorar la imagen e infraestructura de la ciudad parece hoy una labor de titanes. Una propuesta para comenzar es ir a lo más sencillo: arreglar lo descompuesto, remozar lo maltratado, y limpiar lo que esté sucio. Después de esto, lo demás es conservar, para lo cual es muy importante la participación de la ciudadanía.
En cuanto a las obras de infraestructura, las futuras autoridades deben ampliar su visión y dejar de pensar que cualquier problema vial, por ejemplo, se resuelve con pasos a desnivel que, aunque resultan vistosos, son muy costosos y sirven sólo a los automóviles. Dentro de los proyectos debe empezar a considerarse aspectos como la economía de recursos, la armonía con el entorno y, sobre todo, contemplar a todos y cada uno de los agentes que transitan la ciudad: peatones, ciclistas y conductores de vehículos automotores.
Por otra parte, es urgente que el Ayuntamiento recupere el control de la planeación del crecimiento urbano y que lo haga bajo una concepción de mayor trascendencia espacial y temporal. Torreón pertenece a una región y una zona metropolitana con recursos limitados que requiere de soluciones integrales de largo alcance para sus problemas urbanos. Por ejemplo, un eficiente transporte público conurbado es hoy una necesidad imperiosa.
Las anteriores son sólo esbozos de algunas de las propuestas que se han planteado en diferentes foros y espacios. Pero es menester retomarlas, abundar en ellas y, sobre todo, asentarlas en papel para que el próximo presidente municipal no llegue a hacer lo que se le ocurra o se le antoje, tal y como han hecho hasta ahora todos los gobernantes de nuestro maltrecho Torreón.
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