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Respeto (cada vez menor) a los ancianos

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Como es de conocimiento común, las culturas de Oriente tratan de manera muy diferente a sus ancianos y ancestros de como lo hacemos acá en Occidente. Allá se considera que el haber pasado mucho tiempo en este Valle de Lágrimas es motivo suficiente para mostrarle todo el respeto posible a quien lo haya hecho, así se la pase neceando y exigiendo a gritos que le quiten el pañal. Que en Oriente un padre anciano sea enviado a un asilo, por ejemplo, es inconcebible; y la familia que tomara semejante medida sería cubierta de oprobio y vergüenza por la colectividad

La consideración por los de la Tercera Edad constituye, de hecho, un fenómeno oficial. Japón, por ejemplo, conmemora cada 15 de septiembre el Día del Respeto a los Ancianos. Esa fecha es, hagan de cuenta, como el Día de las Madres, pero con silla de ruedas: visitas familiares, regalos de última hora, pleitos por rencores de hace décadas

Como parte de las festividades de ese día, el Estado Nipón reconocía a aquellos que en el año previo habían cumplido 100 años. A esos veteranos se les entregaba una copa de plata y una placa alusiva.

Pero este año, como resultado de la crisis tanto económica como demográfica que enfrenta el Japón, las mentadas copas van a ser reducidas de tamaño. El diámetro del trofeo pasará de 10.5 cms. a sólo 9. Los funcionarios que anunciaron la decisión filosofaron que qué tanto era tantito, y que ni se notaba tanto, y la ahorradota que se iba a dar.

El problema es que el año pasado 19,769 japoneses alcanzaron triples guarismos en edad. Sí, leyó usted bien. Casi veinte mil nipones llegaron al centenario sólo el año pasado. Si se compara esa cifra con los 153 homenajeados en 1963, cuando se instituyó la festividad, se darán cuenta que las mentadas copitas le salen carísimas al Trono del Crisantemo. Como ni modo de suspender su entrega (imagínense miles de ancianos bloqueando calles al grito de "Copita por copita, década por década"), decidieron reducir su tamaño. Hasta donde sabemos, nadie ha protestado por la medida.

Pero el anuncio subrayó la otra crisis, la demográfica, por la que está pasando Japón: el Imperio del Sol Naciente no sólo tiene más centenarios en proporción (36,436 en una población de 127.8 millones); sino que es la nación que envejece más rápido. Esto no quiere decir que la gente presente patas de gallo en los ojos a los treinta, ni empiece a adivinar cuándo va a llover por el dolor de codos a los cuarenta. Sino que dentro de algunos años, habrá más personas mayores de sesenta que menores de diez años. Y los ancianos pronto llegarán a ser más del 20% de la población: una catástrofe en términos de los servicios de salud, y de la carga que habrán de soportar los pocos jóvenes que tendrán que hacerse cargo de ellos.

Y ahí sí, ni modo de hacer más chica… la copa de la responsabilidad.

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