Quizás usted recuerde aquella simpática película "Being there" con el actor Peter Sellers, quien representaba a un jardinero que se convirtió en una celebridad por el simple hecho de explicar los problemas económicos en base a su experiencia con la madre naturaleza.
Así mientras en la economía tenemos bonanza, inflación, depresión y momentos de incertidumbre, en un jardín prolifera la fertilidad pero también se sufren momentos de sequía, heladas y de cambios bruscos del clima.
Hoy en día vemos que los ciclos económicos evolucionan a una velocidad impresionante y no logramos entender las razones. Por ello nuestra memoria se fue a este personaje llamado Mr. Chance, quien era un perfecto ignorante pero que sorprendió al mundo al explicar de una manera muy natural y sencilla los ciclos económicos y políticos.
Hace menos de un año estalló la crisis mundial durante el fatídico mes de septiembre cuando el Gobierno de George W. Bush y sus asesores financieros no pudieron sostener más tiempo la avalancha de créditos inmobiliarios que envolvió al mundo entero.
Había señales negativas como el alza en los precios del petróleo y la caída del mercado de viviendas, pero fue tal la bonanza en el sector inmobiliario que nadie se imaginó un desplome financiero como el que vivimos.
Esta semana el índice de la bolsa de valores de Nueva York alcanzó los 9 mil puntos cuando en marzo pasado bajó a los seis mil puntos. Está lejos de recuperar el nivel récord de 12 mil puntos del 2008 pero no se descarta que ello ocurra en el próximo año.
A su vez la bolsa mexicana superó la barrera de los 26 mil puntos tras haber caído a los 16,400 puntos en octubre del año pasado y tampoco se descarta que regrese a su nivel récord de 32 mil puntos en los siguientes doce meses.
Pareciera que las medidas poco ortodoxas que tomó el presidente Obama al inyectar dinero fresco de los contribuyentes a los bancos, compañías hipotecarias y empresas automotrices, ha dado hasta ahora buenos dividendos.
Dada la gravedad de la caída económica y del desempleo en los últimos meses, los expertos pensaron que tardaría cuatro a cinco años para que Estados Unidos sacara de nuevo la cabeza y comenzara su franca recuperación.
Pero los ciclos económicos se han acortado quizás por la velocidad que vivimos en estos tiempos modernos. Si la depresión de 1929 duró unos cinco años, esta recesión podría revertirse en dos años.
Estamos sorprendidos que en medio del mayor desempleo que sufre Estados Unidos en los últimos quince años, se registren repuntes en las ventas de casas, en las utilidades de algunos bancos y en el índice de confianza del consumidor.
Más todavía que cuando el Gobierno de Estados Unidos reporta en el 2009 un déficit fiscal impresionantemente elevado por más de un billón de dólares, la compañía Ford declara altas utilidades al tiempo que el mercado bursátil da señales de recuperación.
No obstante hay que regresar a las enseñanzas del jardinero y recordar que luego del devastador "verano" que registró la economía mundial le seguirán un otoño impredecible y un invierno que para muchos será crudo y angustiante.
Quedan todavía largos meses para que las finanzas regresen a la "primavera" que se vivió por más de una década en los países desarrollados y en algunas economías emergentes como China, Brasil, Corea y en algún momento México.
Lo más importante en estos momentos es percibir que la crisis económica ya tocó fondo y que la recuperación vendrá más pronto de lo esperado, pero sin caer en el optimismo desenfrenado de analistas que anuncian el oasis antes de tiempo.
Para que reverdezca la economía y florezcan los negocios pasaremos todavía por el deshoje otoñal y por la fría temporada invernal, según dicta la madre naturaleza.