En su nuevo libro, "El narco: la guerra fallida", Jorge G. Castañeda y Rubén Aguilar cuestionan la estrategia de la Administración de Felipe Calderón frente al narcotráfico y hablan de los "arreglos" de los Gobiernos locales con los narcos.
"No nos hagamos de la boca chiquita: desde hace muchos decenios éste ha sido el arreglo a escala local, y abundan las versiones de continuidad de la corrupción en estados como Sinaloa, Durango, Chihuahua y Tamaulipas, cuando, en este último, las autoridades se encuentran en condiciones físicas y mentales de hacerlo".
Apuntan que, si se les avisa a los delincuentes con dichos como "los estamos esperando", todos los narcos comprenden que es con ellos el pleito.
Agregan que si la fuerza del Estado se concentra en otros ámbitos de delincuencia común u organizada "también los narcos comprenden. Si no, no serían ricos".
Los autores proponen acotar daños colaterales decisivos del narco como la corrupción y la violencia. "Lo son porque no le convienen ni a la autoridad ni al narco".
Subrayan en sus conclusiones: "El Estado mexicano no cuenta con una fuerza infinitamente superior a la del narco, no se vislumbra una estrategia de salida, no existe una definición de la victoria y, aunque subsiste el apoyo de la mayoría de los mexicanos, dicho respaldo es escéptico, lejano al terreno y difícilmente duradero".