"No son viables los procesos de restauración porque la arena se va a volver a ir."
Verónica Aguilar, Conabio
No es ésta la primera vez que el Gobierno trata de recuperar las playas de Cancún trayendo arena de otros lugares. Después del huracán Wilma de 2005, el Gobierno pagó 200 millones de pesos para llevar 2.7 millones de metros cúbicos de isla Mujeres a Cancún. La arena permaneció algún tiempo, pero la naturaleza pronto hizo su labor y el viento y las olas empezaron a llevársela. Hoy las playas de Cancún están nuevamente deterioradas y la erosión continúa. Sólo el hecho de que no haya habido otro huracán de gran magnitud ha impedido que la pérdida de arena sea mayor.
Uno pensaría que con esta experiencia nuestras autoridades habrían comprendido la necesidad de trabajar con la naturaleza y no en contra de ella. Pero no. Los gobiernos federal y de Quintana Roo están preparando un nuevo proyecto, sólo que mayor que los anteriores, para rellenar de arena las playas de Cancún. Se pretende llevar 6 millones de metros cúbicos, principalmente de Cozumel. Esta vez, sin embargo, los cozumeleños han declarado la guerra a este "robo de arena" que, argumentan, no ayudará a Cancún, porque la naturaleza seguirá llevándose la arena, pero sí ocasionará un daño ecológico enorme a Cozumel.
El Gobierno Federal y el quintanarroense están decididos a empezar ya el proyecto, retrasado por acciones legales de los cozumeleños. La Sala Caribe del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa ordenó el 3 de octubre una suspensión provisional; pero el secretario de Turismo Federal, Rodolfo Elizondo, afirmó este 15 de octubre que la suspensión había sido revocada. Dice Elizondo que el propio presidente Felipe Calderón podría echar a andar el proyecto esta semana. El equipo para el dragado ya está listo y, al parecer, el Fideicomiso de Recuperación de Playas incurrirá en una multa si no empieza las ya retrasadas obras.
Yo no soy experto en ecología. Pero, tras escuchar a las dos partes, encuentro más convincentes los argumentos de que el dragado ocasionará daños ecológicos a Cozumel sin resolver el problema de Cancún. Este centro turístico ha perdido arena porque las torres de los hoteles se construyeron sobre las dunas, lo que favoreció la erosión. Mientras las torres sigan ahí, y entiendo que es imposible ya quitarlas, la arena seguirá siendo retirada por el agua y el viento.
Si bien la Semarnat y la Profepa respaldan el proyecto, varias instituciones serias -no simples grupos ideológicos, como tantos en las luchas ecologistas- lo cuestionan. Verónica Aguilar de la Conabio, la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad, ha declarado: "No son viables los procesos de restauración porque la arena se va a volver a ir. Están invirtiendo una cantidad impresionante para sacar adelante estos proyectos, que van a durar dos o tres años, y no están solucionando el problema de fondo y lo están agudizando porque ahogan al arrecife." También han criticado el proyecto José Sarukhán, ex rector de la UNAM, y Julia Carabias, la ex secretaria del ambiente, dos de los mayores expertos mexicanos en el tema.
Durante demasiado tiempo nuestros gobiernos y empresas han fracasado en sus intentos de derrotar a la naturaleza. Hoy es el momento de empezar a trabajar con ella. Esto lo debería entender el presidente Calderón, que ha buscado presentarse como un político ecologista. El mensaje que daría si inaugura el dragado de Cozumel sería, sin embargo, exactamente el contrario.
En contraste con el tema de la arena de Cozumel, hay que aplaudir el valor de la Secretaría de Agricultura para aprobar los primeros proyectos para siembra experimental en México de maíz transgénico. No hay ninguna prueba de que este maíz, que se cultiva en muchos países, produzca algún daño. Dejemos atrás las telarañas fundamentalistas y aceptemos el cultivo de variedades que pueden ser más resistentes y reducir el uso de pesticidas.