"Se dice que el poder corrompe, pero la verdad más bien
Es que el poder atrae a
Los corrompibles."
David Brin
Hace algunos años la calle en que yo vivía, Manuel M. Ponce en la delegación Álvaro Obregón de la Ciudad de México, fue pavimentada en tres ocasiones en un lapso de año y medio. También se renovaron sus aceras. Un vecino mío se acercó a los trabajadores que hacían la obra en unas de esas ocasiones y les preguntó para qué compañía laboraban. La respuesta fue: "El Grupo Quart."
Ese grupo era propiedad de Carlos Ahumada, el contratista que grabó en video a un grupo de colaboradores de Andrés Manuel López Obrador en actos de corrupción y que hoy se ha convertido en fuente de nuevas controversias tras la publicación de su libro Derecho de Réplica.
Esa calle no requería, por supuesto, de tres asfaltadas en un tiempo tan breve. Los constantes trabajos eran parte de un acto de corrupción. En esa ocasión no era un perredista el funcionario involucrado. El gobierno capitalino ya era encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quien no tenía ninguna simpatía por un contratista relacionado con su predecesora Rosario Robles. De hecho, el nuevo gobierno se negaba a pagarle a Ahumada un dinero que aparentemente le debía. El jefe delegacional de Álvaro Obregón entre el 2000 y el 2003 era un panista, Luis Eduardo Zuno, quien posteriormente sería detenido por transportar armas en un avión de Ahumada.
La lectura de Derecho de Réplica ha confirmado mi visión de Ahumada como un vividor corrupto de ésos que menudean en la política mexicana y que hacen su fortuna en contratos de obra pública que saldan con apoyos a los políticos. Sin embargo, también se ha ratificado mi convicción de que el gobierno de la Ciudad de México buscó castigar a Ahumada no por ser corrupto sino porque evidenció la corrupción de personajes muy importantes del PRD, como René Bejarano. Sólo así se explica el prolongado encarcelamiento de Ahumada mientras que otros personajes que recibieron dinero de él tuvieron castigos mucho más suaves o inexistentes.
Ahumada es un personaje turbio y contradictorio. La primera vez que supe de él, en los años noventa, fue por una demanda presentada en su contra por su propio hermano, Roberto, quien se encontraba en la cárcel acusado de fraude contra un grupo de inversores. El libro Derecho de Réplica se antoja como un ataque a muchos de aquéllos que lo ayudaron en distintos momentos de su vida, y particularmente a Rosario Robles, y en cambio una justificación de aquéllos con los que tuvo desencuentros, como López Obrador.
Al final del libro, sin embargo, me quedo con la misma impresión de siempre. Ahumada es un corrupto que para prosperar necesitaba de otros corruptos a su alrededor. A mi juicio fue perseguido por López Obrador, quien anuló una licitación de sus famosos segundos pisos porque había sido ganada por el Grupo Quart, porque éste no cabía en el esquema político que se había trazado.
El libro no me demuestra que haya habido un complot en contra de López Obrador planeado por un perverso Carlos Salinas de Gortari que se las arregló para "obligar" a Bejarano y a Carlos Imaz a aceptar dinero a regañadientes en las oficinas de Ahumada. El perverso fue claramente Ahumada, quien entregó dinero a estos políticos a sabiendas de que los podría extorsionar con los videos que estaba grabando y que finalmente vendió a Salinas.
Pero perversa fue también la decisión del gobierno capitalino de perseguir a Ahumada no por haber corrompido a políticos sino por haber demostrado que también en el PRD hay corrupción.
El periódico de la Arquidiócesis de México, Desde la fe, protesta porque el Congreso ha aceptado una iniciativa presidencial que acusaría de narcotráfico a quien tenga más de cinco gramos de marihuana. ¿Cuánto son cinco gramos? Ni siquiera un cigarrillo. ¿De verdad piensan los clérigos que un narcotraficante tendría sólo esta cantidad?
