El rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza triunfa al cortar dos orejas y un rabo, durante la corrida de toros en la Plaza México. (El Universal)
Érase un hombre a un caballo pegado. Y después de tres años de ausencia, retornó a la Plaza México y enloqueció al público. Pablo Hermoso de Mendoza. Pablo maravilloso con su rejoneo. Domingo de expectación. Para no variar, las pandillas de revendedores hicieron de las suyas. Ellas, ellos, jóvenes y gente mayor, desde el sábado muy temprano, con la complicidad, vaya usted a saber de quiénes, se apoderaron de una gran cantidad de boletos. Y ayer, casi en las narices de los policías, los ofrecían y los vendían a más del doble del precio oficial.
Nuevamente, en el coso más grande del mundo, con los aficionados habituales, los villamelones, y las celebridades. Para uno de esos personajes una gran ovación cuando Octavio García el "Payo" le brindó el toro. Javier Aguirre lo agradeció con el rostro enrojecido. Minutos más tarde, un coro gigantesco le decía: "¡Te queremos en el Tri!". Pero en cosas del futbol, de la Selección, el público no manda, no Vergara.
Érase pues un hombre a un caballo pegado. Un centauro de cuerpo delgado, amplia sonrisa. Los aplausos fueron suyos, para él desde que partió plaza. Y fue con su segundo toro, el cuarto de la tarde, Conin de nombre, de la ganadería de Los Encinos con el que Pablo Hermoso de Mendoza se reencontró con el triunfo.
Es sencillamente magistral. Domina el arte del rejoneo, pero también es un jinete a la alta escuela. Inició la faena con Dalí, un alazán. Hizo con él que el toro lo siguiera. De costado el corcel y el jinete recorrieron casi todo el ruedo hasta que se frenaron, hicieron un quiebro para colocar tanto el rejón de castigo, como más tarde las banderillas.
Después Hermoso de Mendoza sacó a Silveti, un retinto lusitano. Se escuchó una sentida ovación en recuerdo al Rey David, en cuyo honor fue bautizado ese hermoso caballo. Y con él la locura. En varias ocasiones el rejoneador y el equino dieron giros completos ante la cara del toro. Vibrante se repitió el "¡ole!" de más de 30 mil gargantas.
Para culminar la faena, el figurón navarro se ayudó con Pirata, un tordillo de la raza azteca. Entonces colocó las banderillas cortas, y otras a dos manos. Extasiada estaba la gente, y el rejoneador. Era el momento de los desplantes, del lucimiento, así, se inclinó Pablo hasta tocar los cuernos de Conin, luego el teléfono. El espíritu de Carlos Arruza parecía asomarse entre el banco de nubes que cargaban el cielo pero no rompieron en lluvia.
El rejón de muerte quedó bien colocado. El burel sin embargo tardó un poco en doblar, tuvieron que moverlo los subalternos, lo hicieron con habilidad. Surgieron los pañuelos blancos del público y con rapidez, el verde que el juez de plaza, Ricardo Balderas, que a las dos orejas y el rabo. Entonces, fueron los silbidos los que volaron. Evidente la protesta, la molestia de quienes consideraban excesivos los máximos trofeos.
Pero Pablo Hermoso de Mendoza tiene experiencia, es sensible a esas manifestaciones. Por ello, iniciaba la vuelta al ruedo lanzó el rabo a uno de los subalternos y logró que de inmediato reapareciera la ovación.
Vigésima corrida de la Temporada. Jerónimo, el sentimental, el artista, no tuvo suerte.
El Payo, como en su presentación, dejó de manifiesto que tiene ganas, valor, le falta experiencia. Pero el entradón en la plaza, la expectación, la locura fueron para quien retornaba. Y es que érase un hombre a un caballo pegado...
'Vasco' Aguirre va a los toros
La actuación del rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza logró que la Monumental Plaza de Toros México registrara la mejor entrada en lo que va de la Temporada 2008-09, corrida que contó con la presencia del técnico Javier Aguirre.
La personalidad que irradia el ex timonel del Atlético de Madrid causó un tumulto en los primeros tendidos del coso monumental, lo que por momentos impidió que la corrida tomara su curso normal, ya que las peticiones de autógrafos y fotografías hacían un correr de personas, lo que está prohibido durante la lidia. Los niños y algunos jovencitos burlaron esa restricción para tomarse una fotografía con el timonel de la Selección Nacional en el Mundial Corea-Japón 2002.
El torero queretano Octavio García el "Payo" hizo más grande el alboroto cuando le brindó el primero de sus toros, por lo que los cánticos para pedirle que tome las riendas del Tricolor se hicieron mayores.