Centro. Los negocios lucieron abarrotados, al grado que resultaba difícil entrar o salir de los lugares.
En la víspera de Navidad, laguneros hacen compras de última hora.
Los laguneros se olvidaron ayer de la crisis económica y salieron a terminar con lo que quedaba del aguinaldo. Las calles del Centro de Torreón se llenaron de compradores que buscaban algún regalo para sus seres queridos, en las últimas horas antes de la Nochebuena.
En los centros comerciales, los vehículos llenaron los estacionamientos. Las tiendas lucieron repletas y el acceso al interior era muy difícil debido a la gran cantidad de gente, que revolvía la mercancía en busca del regalo ideal para el hijo, el tío, la abuela.
En un sondeo entre los negocios del Centro, señalaron un incremento del 40 hasta el 100 por ciento en sus ventas debido a las compras de última hora. La afluencia de gente se observó desde las nueve de la mañana en algunos casos, mientras que en otros locales repuntó cerca del mediodía.
Las temperaturas frías de ayer no fueron obstáculo para que los compradores se surtieran. En las calles se observaba a las personas con bufanda, chamarra, gorro y guantes corriendo con múltiples bolsas en las manos, algunos llevaban niños pequeños que parecían perderse entre los regalos.
La mayoría de los puestos abrieron temprano. Aunque en el Centro se advirtió que no se permitiría la presencia de ambulantes, los informales cerraron parte de la calle Hidalgo, de Ramos Arizpe a Múzquiz, para ofrecer sus artículos a los paseantes.
"La gente viene en bola, se esperan hasta el final, está bien porque es el mejor día del año", dijo Alfredo Pérez, comerciante, "a veces se vuelve todo un caos, pero eso ya es entrado el mediodía, la gente arrasa con todo, al final, todo les parece un buen regalo, ya no se ponen a elegir detenidamente".
Cerca del mediodía, el ritmo de las compras parecía acelerarse y el nivel de estrés también. Los rostros ya no eran sonrientes sino de preocupación por la cercanía de la Nochebuena y la falta de un regalo para alguno de los familiares.
"Se hace un mar de gente, sí, está horrible, y luego ahí anda uno peleándose por las cosas, porque todo se va acabando y pues hay que regalar", comentó Fernanda Reyes, ama de casa que acudió con sus dos hijos, "ni modo, así sale por no planear las cosas con tiempo".
