Crear sistemas democráticos que realmente funcionen, es un asunto que no se da de la noche a la mañana. La mayoría de los países batallan un buen rato, y algunos que yo conozco no lo han conseguido, casi dos siglos después de haberse constituido como Estados independientes. Suponer que simplemente por crear nuevas leyes y reglas un país cambia de la noche a la mañana es de una ingenuidad supina. Era lo que creían los liberales mexicanos del Siglo XIX, y ya ven cómo nos fue. Era lo que pensaban los geniecitos detrás de la mayoría de las constituciones de Estados africanos nacidos en el último medio siglo, y ahí están los resultados. Si las reglas del juego no se respetan, por lo general el partido se suspende
En los últimos ocho años, Estados Unidos ha invadido dos países musulmanes con la intención de desarraigar a enemigos supuestos o reales, y para demostrar que la democracia y el Islam no son cosas incompatibles, como diría Camelia la Texana. Los problemas a los que se ha enfrentado para presentar esos dos casos como modelos a seguir han sido inmensos. Y se puede decir que en ambos ha fracasado hasta el momento.
En Irak, la democracia germinal ha tenido que lidiar con la violencia sectaria, las fracturas de un país multinacional y una herencia de pasadas brutalidades y enormes agravios. Dando tumbos, cayéndose y levantándose, quizá la democracia iraquí consiga convertirse en funcional
Afganistán es un caso todavía más desesperado. En un país en donde se hablan una docena de lenguas, y las lealtades están más centradas en el clan o grupo étnico que en una abstracción como el ser ciudadano afgano, los procedimientos democráticos más primitivos cuestan sangre, sudor y lágrimas. Las pasadas elecciones presidenciales fueron denunciadas como fraudulentas por casi todos los observadores internacionales. Ello fue confirmado por una comisión de la ONU, que procedió a anular un buen porcentaje de los sufragios que se le habían contado al actual presidente Hamid Karsai. Como consecuencia de ello, Karsai no obtuvo el 50% más uno de la votación, y tendrá que ir a una segunda vuelta en contra de su contrincante más cercano, Abdula Abdula.
Pero al menos ellos tienen una segunda vuelta. Acá en México se habló mucho al respecto después de la pesadilla del verano-otoño de 2006. Como siempre, se habló mucho y no se hizo nada. Los inútiles legisladores de la LXI legislatura no movieron un dedo. Y si los de la actual siguen esos usos y costumbres, nos va a llegar el 2012 y puede que enfrentemos los mismos problemas. Como siempre, haciendo las mismas babosadas, tropezando con la misma piedra, dos o tres veces, por no actuar a tiempo. Mejor lo hace Afganistán que nosotros.