Durante un divertido campamento.
La tradición boy scout es difícil de entender, de emular, de transmitir. Para fines de difusión es muy compleja, por eso tal vez la enseñanza pasa directo de los padres a sus hijos.
Esto ha sucedido con la familia Machuca, fundadores un ocho de mayo de 1948 del Grupo Uno Scout de Gómez Palacio, que a través de tres generaciones, ha mantenido este sentimiento de servicio a la comunidad vigente. Simplemente lo traen en la sangre.
Un entusiasta Jorge Adalberto Machuca (qepd) junto a otros amigos como Gerardo Reyes, formaron este movimiento que sigue reuniéndose en el mismo lugar. Una placita de la colonia Las Rosas, sobre el bulevar Miguel Alemán y frente a un conocido restaurante-bar, es el escenario de actividades de los sábados por la tarde, en horario de cuatro de la tarde a ocho de la noche.
Sus hijos, Pablo y Gustavo, continuaron con la tradición a partir de los años 70's y ahora, en pleno Siglo XXI, Andrea Marisol Machuca Martínez (hija de Pablo y nieta del fundador), practica.
El mismo Pablo Machuca, cuenta con emoción, el porqué siguió el ejemplo de su padre: "nos llamaba la atención a mi hermano y a mí, lo que hacía mi papá, la manera de contarnos sus anécdotas y platicarnos historias con las fotografías tomadas".
La afición por convertirse en niño explorador crecía a pasos agigantados. El ser parte de los boys scouts, no se limita a saber todos los tipos de nudos, sino que es una manera de vivir, que forja el futuro en todos los aspectos de la vida.
"En 1981 viene la muerte de mi padre, se apagó un poco la chispa para nuestra familia del movimiento, fueron momentos duros. Hace un año recordamos nuestro pasado a través de fotografías y mi hija se interesó mucho, al grado de estar ya en una tropa. No le fue difícil seguir esta vocación, como dicen, la sangre llama".
A don Pablo no le queda más que apoyar a su hija Andrea Marisol y transmitirle todos sus conocimientos, para que los pongan en práctica, sobre todo a la hora de excursiones y campamentos.
"Definitivamente me marcó mucho el scoutismo, me acercó a la integridad de la familia, a la religión de cualquier tipo, previene portarse mal, tener una disciplina y para allá va mi hija, sabe lo quiere y va a poder trascender. Es complicado saber el momento que añoro del movimiento, pero cada momento tuvo su toque especial".
El caso de Lalo Tapia es completamente diferente. Con cerca de 40 años de edad, tiene apenas cinco como líder de los scouts, involucrándose sin esperar recibir nada a cambio, sino por puro amor al arte.
"Me llamó mucho la atención los valores, el desarrollo físico y la educación en casa de los niños. Uno sufre, llora y ríe con ellos, te conviertes prácticamente en padre de todos ellos. Tú eres se punto de referencia, el ejemplo".
Y es que no solamente es reunirse para sostener actividades de esparcimientos, sino que es inculcarles la convivencia con los padres, ir con ellos a misa, organizar hamburguesadas y taquizas. Apoyar los eventos de Cáritas, Cruz Roja y eventos especiales. Es su contribución a la población.
"Anualmente todos los scouts esperamos con ansia el llamado Matroclan, el único campamento con padres de familia incluidos. Aunque todos son independientes, la presencia de sus progenitores en el contacto con la naturaleza, brindan una seguridad y confiabilidad indescriptible".
Eduardo confiesa que los propios scouts, sugieren el lugar para el campamento. Se realiza en la Flor de Jimulco, Cañón de Fernández, Cueva de la Iglesia, Cerro de las Ballenas, Santa Anita y las aguas termales de la Cueva de los Remedios, localizada a la altura de Escalón, Chihuahua.
"La realidad es que te involucras de tal modo, que no puedes abandonar el movimiento. No tenemos recursos ni fondos, es cuestión de puro gusto, un sentimiento de servicio, en un ambiente agradable".
Los hermanos Jorge y Alejandro Albores Ibarra, no puede quedarse atrás en el movimiento, con una amplia capacidad intelectual y física. Aptos para el deporte de alta competencia, los consanguíneos tuvieron una vida heredada para disfrutar de campamentos, actividades y servicio al prójimo.
Su padre fue quien los apoyó al ingresar al movimiento. Jorge, basquetbolista desde menor, nunca dejó de participar en equipos representativos, al grado de ser becado en la Universidad Iberoamericana (UIA). Alejandro con el soccer siguió en el mismo camino que su hermano, pero se fue al Tecnológico de Monterrey Campus Laguna.
En la actualidad y cerca de cumplir tres décadas desde sus respectivos nacimientos, son exitosos como profesionistas y tienen una vida emocional muy estable, asegurando que transmitirán el movimiento a sus progenitores.
El primero de los Albores aseguró: "Fuimos deportistas, pero esto nunca impidió que realizáramos las actividades y el campamento, al contrario, nos ayudó a formar un carácter para nuestro futuro inmediato".
Y es que coinciden que no es solamente un momento de euforia el ser boy scout, sino una manera de vivir para comenzar a forjar cada quien su destino, para transmitir la totalidad de los valores a las nuevas generaciones.