PARECE QUE La estrategia que el Gobierno Federal del presidente Felipe Calderón en contra del crimen organizado, no está dando los resultados que la sociedad en su conjunto esperaba. Reconociendo que se trata de un problema de por sí muy complicado por su propia naturaleza, esto es un tipo de reto totalmente desconocido y sin antecedentes para el Estado mexicano.
LA SITUACIÓN QUE VIVE El país en estos tiempos, no tiene precedente alguno en la historia de México. Podríamos imaginarnos un estado de excepción en donde diversos grupos de guerrilleros bien armados desparramados por todo el territorio nacional, se rebelaran en contra de las instituciones constituidas para cambiar el status político, económico o social de este país y derrocar al Gobierno constituido para constituir uno nuevo y diferente.
PERO LAS COSAS No van por ahí. El Gobierno Federal y todas sus policías se están enfrentando a un enemigo invisible que opera en todo el territorio nacional. Felipe Calderón y el Estado mexicano están afrontando a grupos de individuos perfectamente armados, pertrechados y que han logrado penetrar e infiltrarse al corazón mismo del tejido social. Grupos delictivos que han contado y que cuentan, con la protección de muchos funcionarios encargados de las áreas de seguridad pública y de la persecución de los delitos.
PARECERÍA QUE Esos diversos grupos delincuenciales tuviesen perfectamente coordinadas sus acciones en todo el país. Mientras todo eso sucede, el Gobierno Federal, el Ejército Mexicano y todas las policías siguen dando palos de ciego o los famosos "piñatazos". Ya son miles de mexicanos los que han sufrido las arbitrariedades y la violación a sus derechos humanos y garantías individuales, cometidos por las policías federales, muy especialmente por los elementos del Ejército.
CADA DÍA LA POBLACIÓN Se va acostumbrado a ver, oír o a sufrir en carne propia cateos domiciliarios sin una orden judicial; la detención arbitraria sin mandamiento de juez competente dada por escrito o la revisión arbitraria en algún "retén" a cualquier hora del día o de la noche en carreteras o en avenidas de las ciudad.
POR LAS CALLES De este lastimado país, se ve pasar a toda hora las tanquetas con militares encapuchados apuntando groseramente a la población civil que tenga la mala suerte de atravesarse en su camino. Los habitantes de este atribulado país viven atemorizados entre las tanquetas del Ejército, las arbitrariedades de todas las policías y el crimen. Se podría pensar que todas estas arbitrariedades y violaciones a los derechos de los ciudadanos valdría la pena tolerar, pero siempre y cuando la guerra se viera que se está ganando, pero no es así. Los resultados de esta guerra no se ven hasta el día de hoy.
CON LOS PÉSIMOS RESULTADOS Que se tienen a la vista, el Gobierno deberá replantear, y muy pronto, su estrategia para enfrentar la emergencia. La ciudadanía ha llegado al hartazgo y a la irritación social. México no puede convertirse en estado de sitio o de queda, en donde las fuerzas del orden público violan y pisotean a diario todo el capítulo de las garantías individuales establecidas en nuestra Constitución. Por ahí definitivamente no es el camino.
LO MÁS PARADÓJICO De esta guerra, es que aun si se encarcelara al cien por ciento del narcotráfico, éstos serían sustituidos al día siguiente por otros que vendrían a surtir la demanda de droga y así hasta el infinito.
ESTO QUIERE DECIR , que mientras exista demanda, habrá quien la satisfaga. De ahí que la guerra contra la droga en una sociedad que la consume, no podrá tener nunca fin. ¡Así de fácil!
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