¡Fuera guantes! Ha sonado la campana para el combate entre el Gobierno Federal y una agrupación paradigmática de todo lo que está mal en el sindicalismo oficial de México: el Sindicato Mexicano de Electricistas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. La Secretaría del Trabajo se negó a "tomar nota" de la elección de la nueva (es un decir) dirigencia del Sindicato; y con ello empieza un conflicto del que podría surgir un proceso de limpieza que le urge al país: acabar con el sindicalismo oficial mafioso, intocable y feudal, que no debe tener un lugar en el México del Siglo XXI.
La dirigencia del SME, en su soberbia, hizo muy mal las cosas: en la elección hubo un 40% de votos más que el número de agremiados. Eso se llama descaro. La Secretaría del Trabajo la tuvo fácil para no reconocer a un liderazgo emanado de un proceso evidentemente viciado. Pero como decíamos, ése fue sólo el primer round de un pleito que quizá se prolongue durante meses y meses. Y cuyo final esperamos que sea un nocaut (técnico o efectivo) a una de las peores lacras que seguimos acarreando de los 70 años de Priato: el sindicalismo gangsteril.
La Compañía de Luz y Fuerza está técnicamente quebrada varias veces. El país (o sea, usted y yo, amigo lector) la subsidia con más de 35,000 millones de pesos al año. Con ese dinero se podría casi duplicar la asistencia social a los más pobres, y constituye el 12% del mentado boquete fiscal que ha puesto a temblar al Gobierno en todos los niveles. La mayor parte de ese dinero se va en pagar prestaciones y prebendas de un sindicato mimado por sucesivos gobiernos, y que presenta cifras de ineficiencia sencillamente espeluznantes. Un trabajador de la Comisión Federal de Electricidad (empresa que no es ningún ejemplo mundial de productividad) genera 320% más kilowatts que uno de Luz y Fuerza del Centro. Actualmente el 37% de la nómina de la empresa se va a los pensionados del Sindicato. Algunos de ellos se jubilaron antes de cumplir los 45 años. Todo ello lo tenemos que mantener los contribuyentes de todo el país, aunque no vivamos en la región a la que tan irregularmente provee de energía esa deplorable compañía.
Evidentemente, la postura del Sindicato de mantener esos fueros y privilegios feudales es indefendible. Y además, su dirigencia se puso de a pechito al proclamar su elección en un proceso increíblemente desaseado. Es la oportunidad para hacer lo que muchos han clamado desde hace tiempo: liquidar a Luz y Fuerza, mandar a volar a ese sindicato parasitario, y hacer una limpia a fondo de una estructura viciada y voraz. Y que no salgan con lo de la autonomía sindical, eterno pretexto para actuar al margen de la ley, en contra del interés de la Nación y que solapa el enriquecimiento de líderes y alimañas de todo tipo.
Es hora de entrar al ring a favor de la modernidad de México. Desde aquí le echamos porras al púgil renovador. Ojalá no se vaya a rajar.