ASUSTADO. Gustavo la pasó mal en la zanja. Le dieron agua para que se le bajara el espanto.
El maquinista de las obras de drenaje en el ejido La Esperanza, en Matamoros, se alejó un momento de la zanja abierta en la que laboraba en compañía de otro trabajador. Tomaba una pastilla cuando escuchó un grito de espanto.
Enterrado
Los vecinos también oyeron, y todos se asomaron a la zanja de casi tres metros de la cual provenían los gritos. Ahí vieron a Gustavo Arredondo Gómez, de 38 años, enterrado hasta por encima de la cintura por tierra que se desmoronó sobre él. El asustado hombre no podía contener su angustia y pedía ayuda a quienes lo escuchaban.
De inmediato, sus compañeros Luis Enrique y José Candelario se metieron en el agujero e hicieron esfuerzos para liberarlo de ese lugar.
Hasta el ejido La Esperanza llegó una ambulancia de la Cruz Roja, un camión de Bomberos, Protección Civil y policías municipales.
Tras sacar a Gustavo de su apuro, paramédicos de la benemérita institución lo revisaron. Gustavo presentó un dolor en la rodilla izquierda, pues cayó arrodillado cuando la tierra lo cubrió.
Por fortuna, todo quedó en el susto. El accidentado fue llevado a la clínica del Seguro matamorense.