EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Sólo queda rezar

NO HAGAS COSAS BUENAS...

Enrique Irazoqui

Hace ya muchos meses en estas líneas se escribía acerca de que efectivamente en la Comarca Lagunera el ambiente de seguridad se había descompuesto de manera terrible, y que al final, en la práctica, no habría de otra más que acostumbrarse a vivir con ello. Obvio, pensando que tomando las precauciones naturales y el no involucrarse con los individuos y su mundo, así como no tener la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.

Craso error tener esa apreciación. Con el tiempo, las cosas se pusieron peor. Primero empezaron a aparecer cadáveres por distintos rumbos de las ciudades, privilegiando el lecho seco del río Nazas como lugar de preferencia para tan tétricos depósitos.

Surgió luego el hallazgo de cuerpos decapitados y las extorsiones a muchos negocios, eran ya el pan nuestro de cada día.

Peor aún, los secuestros expr→ és se fueron multiplicando, y al inicio, el pensamiento general era de desconfianza, ya que los primeros "levantados" o eran policías o personas que la generalidad no veía con claridad de dónde habían hecho su patrimonio, por lo que por esa característica extraña que tenemos los humanos, de descalificar a priori las cosas, hacía que se especulara que quizá los "levantados" se daban por que algo tenían qué ver con el hampa.

Pero siguieron los secuestros y cuando a golpe de repetición, el convencimiento de que se había destapado una Caja de Pandora, en la que los ciudadanos estamos expuestos a que la mala suerte señale a cualquiera para ser víctima de los plagiarios, ya que poco se puede esperar de la autoridad, que ha demostrado con creces que simplemente, lo que corresponde a La Laguna, está imposibilitada de brindar seguridad alguna.

Sin embargo, cuando parecía que la tempestad había amainado aunque fuera un poco, ya que varias bandas de secuestradores habían sido apresadas, de nuevo se supo de nuevos secuestros a personas honorables, y de inmediato la angustia volvió.

Dos hechos -quizá- han sido referentes en el pasado inmediato para que quedara claro cuál es el alcance de los sujetos de las ametralladoras: el atentado contra el empresario Carlos Herrera, hace casi ya un par de años, y la incursión que se llevó a cabo en la Policía de Lerdo, donde varias camionetas con tipos enmascarados rociaron el estacionamiento de la propia Policía Municipal en el corazón mismo de Lerdo, matando a dos policías preventivos municipales.

Pero esta semana otro hecho ocurrió en el Centro de Readaptación Social de Torreón, donde nuevamente aparecieron varias camionetas para masacrar a tres secuestradores ahí detenidos, mismos que habían asesinado a su víctima, para después quemar su cadáver. La misma suerte sufrieron ellos en manos de sus ajustadores: muertos a palos y navajazos para luego ser rociados con gasolina y quemados (el que a hierro mata, a hierro muere, dice el refrán). Aquí, se ve que el poder de estos grupos es mucho mayor que el del Gobierno, pero la historia semanal no termina aquí.

Ayer en Gómez Palacio se llevó a cabo una cacería de puchadores, donde algunos de los victimados, eran gente que andaba a pie o bicicleta, además de que un enfrentamiento a tiros se dio en la intersección de los bulevares Miguel Alemán y Rebollo Acosta, uno de los lugares más transitados de Gómez.

¿Qué más necesitamos para alarmarnos, y peor aún para reconocer nuestra indefensión?, poco se puede esperar, ya de las autoridades. Sólo nos queda rezar, no hay de otra.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 414058

elsiglo.mx