En los tiempos difíciles en toda comunidad, sociedad o nación, surge irremediablemente la figura de un profeta que los guíe.
Hoy que la sociedad estadounidense, en su momento de mayor afligimiento desde la caída de las torres gemelas, vuelve sus ojos, y sus oídos, a ese profeta convertido en un músico de New Jersey que en los últimos 35 años les ha brindado confianza, amor, respeto y fe al estadounidense promedio, quien al escuchar un disco de "el jefe" siente que el dolor y la alegría de su diario vivir se encuentra reflejada en la música de Bruce Sprigsteen.
El jefe hace dos semanas lanza al mercado su cuarto disco en la década, Working on a Dream, y es precisamente lo que hace este álbum, construir un sueño que nos abriga y protege, ya sea de la crisis económica, de la guerra, de la agresividad o de nosotros mismos. Sprigsteen ataca duro desde el primer track, Outlaw Pete, un rock - country nostálgico de más de ocho minutos, con un gran cambio de ritmo en una letra sui géneris que va desde lo trágico hasta lo espiritual, Rock and Roll de Dioses.
Posteriormente Sprigsteen navega en varias piezas donde nos recuerda que el ser feliz no es tan complicado como parece, no si estás con la persona correcta a la quien le dices que ella es tu día de suerte (My lucky day), o si le recuerdas en un mal día lo que el amor puede hacer (What love can do). El jefe nos hace presente, a su manera, como la vida, o las vidas que sigan, pueden ser una bendición (This Life).
Como el máximo jefe de la Iglesia del Rock and Roll Springsteen predica que el reino esta aquí en la tierra, y es la felicidad del amor en pareja (Kingdom of Days). También el jefe, con música y letra, convierte poesía la historia de un amor platónico hacia la muchacha que nos atiende a diario en el supermercado, y que no nos atrevemos a declararle nuestro amor (Queen of the supermarket).
Por supuesto existen las piezas a la vieja escuela de Bruce, ésas que de alguna forma muestran la esencia del ser humano, tanto de su alma como de su corazón. Una de ellas es el recuerdo de una mujer que para ti fue la vida misma (Life itself). Otra de esas piezas, y que sería la cereza del pastel de Working on a Dream, es The Wrestler, bonus track que el mismo Springsteen regaló (literalmente) al actor y amigo personal, Mickey Rourke, y que forma parte del soundtrack de la película homónima al título de la canción. The Wrestler es un recordatorio del profundo dolor que existe en lo momentos crudos de la vida.
Working on a Dream complementa una tetralogía que es el reflejo vivo de una década, desde la caída del imperio (The Rising), la incertidumbre (Devils & Dust), la desilusión (Magic) y la vuelta al sueño de una nación afligida en su propio espíritu (Working on a Dream), y es así como de esta forma en la que el profeta Sprigsteen logró sobrellevar a su sociedad, como ningún otro artista, político, o ser humano en la actual década que ésta expira.
