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La alerta sanitaria decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la Secretaría de Salud del Gobierno de la República, ha dejado en la población una sensación de amargura y desesperación. Cuando las cosas parecía que no podrían estar peor, se presenta la epidemia de influenza AH1N1, por la cual, hasta ayer, según cifras oficiales, habían muerto 22 personas y otras 590 habían sido contagiadas.
Y es que nuestro país se enfrenta a este grave problema de salud en medio de dos crisis que ya tenían a todo México sumido en la incertidumbre y el temor.
Por una parte, la inseguridad pública que asuela a prácticamente todo el territorio desde hace seis años, tiene a las instituciones de la República en jaque y a la población presa del miedo debido a la imparable ola de homicidios, secuestros, asaltos y extorsiones, dentro del marco de una guerra contra el crimen organizado que parece no tener fin.
Por la otra, la recesión económica mundial derivada de la inestabilidad financiera de los Estados Unidos ha comenzado a mostrar en los últimos meses sus devastadores efectos en México, entre los cuales destaca el recorte de la inversión productiva, el cierre parcial o total de empresas, la pérdida de empleo y la caída del poder adquisitivo de las familias.
Ahora, por si lo anterior fuera poco, el riesgo de propagación de una cepa nueva del virus de la influenza obligó al Gobierno de la República a paralizar al país, suspendiendo cualquier acto masivo, y exhortando al cierre de establecimientos en los cuales puedan presentarse aglomeraciones humanas. La actividad económica y gubernamental ha sido reducida al mínimo.
Ante este panorama tan desalentador es fácil caer en el pesimismo y asumir una actitud derrotista en la que no existe solución o escapatoria. Pero hay que recordar que no es la primera vez que nuestro país enfrenta crisis o contingencias similares de las que, de alguna u otra manera, siempre hemos salido adelante.
Es necesario que veamos los problemas que ahora nos aquejan como desafíos que requieren, una vez más, de todo nuestro esfuerzo y valor como ciudadanos, y de la unión y solidaridad que en los tiempos difíciles ya hemos mostrado. Una vez más hay que decirnos: no nos vamos a dejar vencer.
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