Los tres partidos que han detentado el poder durante más tiempo en la historia moderna (aunque a este país todavía no le llegue la Modernidad) son: el Partido Revolucionario Institucional de México, durante 71 años (desde 1929 bajo las siglas del PNR, hasta 2000); el Partido Comunista de la (difunta) Unión Soviética, durante los mismos 71 años (si empezamos a contar desde que los bolcheviques tuvieron efectivamente bajo su control al país más grande del mundo); y el Partido Liberal Demócrata de Japón, que manejó el timón del estado del Sol Naciente casi ininterrumpidamente durante 54 años. Hasta el domingo pasado, en que fue derrotado contundentemente por el Partido Demócrata del Japón. Signo de los tiempos, en estos momentos la nación nipona se encuentra sumida en una crisis económica que ya tiene rato arrastrando. Y que no ha logrado solventar debido a las recurrentes inestabilidades políticas que han caracterizado la vida pública japonesa de los últimos tres lustros o por ahí. Y como que la gente dijo "¡Hasta aquí!"
La ocupación norteamericana del Japón, después de la II Guerra Mundial, le impuso al país derrotado una Constitución pacifista y democrática, en un país históricamente regido por shogunes y emperadores hijos del sol. Así que los partidos políticos que se formaron al vapor no tenían muchos antecedentes que digamos de qué hacer. Rápidamente el Partido Liberal Demócrata armó un sistema clientelar, con puestos públicos prácticamente hereditarios, que aprovechó el ímpetu productivo y la prosperidad de los años sesenta y setenta. En la práctica era una entidad maleable y camaleónica. En Japón se decía que ni era Liberal, ni era Demócrata y que, si me apuran tantito, tampoco era Partido, sino una mezcolanza de cacicazgos regionales, sindicatos, hombres fuertes y empresarios que querían cubrirse las espaldas. Plutarco Elías Calles hubiera estado muy satisfecho.
Lo mismo que el pueblo japonés, al que no le gusta andar experimentando y se dejó conducir por el PLD durante décadas. El desencanto se empezó a producir a principios de la década pasada, cuando los indicadores de crecimiento japonés se amarraron, estalló la burbuja especulativa hipotecaria y se presentaron fenómenos no vistos en una generación: desempleo e inseguridad laboral.
En 1994 una coalición de ocho partidos pudo controlar la Dieta o Parlamento por primera vez desde el advenimiento de la democracia. Duró once meses, antes de desintegrarse. Fue la única ocasión desde 1955 en que el PLD no gobernó Japón. Y parecía que sería la última.
Pero todo se paga en este mundo (excepto si se es mexicano). Y en las elecciones generales del domingo pasado, el PLD obtuvo una resonante derrota a manos del Partido Demócrata del Japón, formado por un batiburrillo de organizaciones de centro izquierda y desafectos desertores del PLD. ¿Les suena conocido?
Como primer ministro quedará Yukio Hatoyama, quien no tiene ninguna experiencia previa como líder. A ver cómo le va.
El caso es que, por primera vez en más de medio siglo, el PLD perdió el poder del que abusó durante tanto tiempo. A ver si no pasa que, en unos años, a los electores japoneses les falla la memoria y quieren que regrese por sus fueros. Sí, hay pueblos que nada más no aprenden. Yo conozco uno.