Barack Hussein Obama de 47 años de edad, abogado de profesión, de origen mulato y nacido en Honolulu, será en unos días más el hombre de mayor poder en el planeta, pero al mismo tiempo el personaje más vigilado, asediado y… criticado.
Son enormes las esperanzas que los norteamericanos y el mundo entero han puesto en este político quien a partir del martes 20 emprenderá el llamado Gobierno del cambio.
Obama combina una interesante mezcla de culturas que fueron fundamentales para su carrera política. Su padre era originario de Kenia y su madre americana nacida en Kansas era descendiente de ingleses e irlandeses.
Vivió unos años en Indonesia, se crió en Hawaii con sus abuelos maternos, ingresó al colegio en California, se graduó en la Universidad de Columbia en Nueva York, obtuvo su título en Leyes en la Universidad de Harvard en Boston y se estableció para ejercer su profesión e iniciar su carrera como político en Chicago, Illinois.
Obama forma parte de esa diversidad de inmigrantes que han hecho de Estados Unidos un país de oportunidades y libertades.
Más que sus raíces afroamericanas, hay que destacar que Obama llegará a la Casa Blanca como el presidente más multicultural de la historia para iniciar, así lo esperamos todos, un Gobierno incluyente, abierto a toda etnia y exento de prejuicios raciales e ideológicos.
Desde su campaña presidencial, Obama fue muy astuto a la hora de fijar posiciones en los aspectos críticos de la vida norteamericana. Nunca se “amarró” a un grupo específico, sino que habló de la necesidad de unir todas las corrientes políticas, razas y culturas de los norteamericanos en la lucha por el bienestar del país.
Fue esta postura de apertura, tolerancia y aceptación lo que le valió en buena medida el triunfo electoral por un margen considerable el pasado mes de noviembre. Pero ya en la Presidencia de los Estados Unidos no pasarán muchos días para que los ciudadanos le exijan los primeros resultados de su Gobierno.
La tradicional luna de miel concluirá en las siguientes semanas entre Obama y sus electores porque vendrán los primeros traspiés y los errores propios del arranque de un nuevo Gobierno y de la inexperiencia.
A final de cuentas la carrera de Obama fue meteórica al saltar en sólo cuatro años del Senado a la máxima responsabilidad política de los Estados Unidos.
William Clinton tuvo una trayectoria parecida a la de Obama al llegar a los 46 años a la Casa Blanca, aunque el ex presidente fue ocho años gobernador de Arkansas.
A pocos meses de tomar protesta, Clinton desmanteló su staff de la Casa Blanca y recurrió a expertos de la política de Washington, incluyendo a varios republicanos.
Cuando Obama coloque el próximo martes su mano izquierda sobre la Biblia y ponga la diestra en alto para ser declarado el Presidente número 44 de los Estados Unidos de América, iniciará una nueva etapa en el país más rico del mundo.
Pero no hay que echar las campanas a vuelo, Obama es un político inteligente con un Gabinete de primera línea, sin embargo nadie es infalible y menos en las lides de la alta política en donde intereses y luchas por el poder provocan grandes convulsiones.
Por ahora lo más importante para Obama será mantener muy claras sus prioridades que son la economía, la guerra de Irak y la salud de los norteamericanos.
De ahí en adelante deberá avanzar con decisión y a la vez cautela ante los temas complicados que enfrentará a nivel nacional e internacional como la reforma migratoria.
El mayor riesgo para Obama en su Gobierno será caer en la ingenuidad, la autosuficiencia y en el confort del poder. No hay que olvidarse del 9/11 como tampoco de crisis imprevistas que ponen al mundo en jaque de un minuto a otro.
Por el bien de Estados Unidos y de la humanidad abriguemos esperanzas para que Barack Obama logre un Gobierno exitoso a través de un liderazgo firme y constructivo.
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