Según parece, la guerra civil más prolongada de Asia llegó a su fin esta semana. Luego de más de un cuarto de siglo de conflicto, al menos setenta mil muertos, y destrucción y desgracias sin cuento, los Tigres de Tamil Eelam fueron despedazados por las Fuerzas Armadas del Gobierno de Sri Lanka.
Se trata de una de esas raras ocasiones en que un movimiento guerrillero que desempeñó sus actividades durante lustros fue derrotado militarmente, no mediante amnistías, negociaciones ni concesiones
El Ejército de los Tigres de Tamil Eelam inició sus actividades en 1986, demandando la independencia de la población de origen tamil de Sri Lanka, la pequeña isla al Sur de la India que en nuestras mocedades se llamaba Ceylán. Los tamiles son una minoría hinduista (12 por ciento) en un territorio mayoritariamente poblado por cingaleses, que hablan otro idioma y son principalmente budistas.
Según los Tigres, los tamiles eran tratados como ciudadanos de segunda y gachamente discriminados. Por tanto, la única opción era luchar por la independencia. Y cuando se lanzaron en pos de ese objetivo, ¡vaya que lo hicieron en serio!
Los Tigres Tamiles fueron pioneros en el uso de bombarderos suicidas con cinturones de explosivos, y de usar mujeres para llevar a cabo tan mortíferos ataques. Durante años la población de Sri Lanka vivió atemorizada de que la señora que iba adelante en la fila para comprar el pescado fuera a volar hecha pedazos
Ese método fue utilizado para conseguir un récord (si se le quiere llamar así) que no tiene ningún otro grupo terrorista: el de haber logrado matar a dos jefes de Gobierno de dos países distintos. Efectivamente: los Tigres fueron responsables del asesinato del primer ministro de la India, Rajiv Gandhi, en 1991 (por enviar tropas de pacificación a Sri Lanka); y del presidente de la isla, Ranasinghe Premadasa, en 1993, por obvias razones.
El uso indiscriminado de acciones usualmente catalogadas como terroristas le restaron simpatías a los Tigres a lo largo de estos años: decenas de países consideraban al grupo como ilegítimo y criminal. Sin embargo, durante mucho tiempo controlaron el Norte y Este de la isla, creando una especie de Estado tamil informal.
Hasta que el Gobierno cingalés decidió acabar de una buena vez y para siempre con el problema. Desde enero desató una ofensiva militar masiva, que no se detuvo ante nada (creando un problema humanitario marca diablo) y que finalmente culminó con el anuncio de la muerte de la mayor parte del liderazgo de los Tigres Tamiles. El fin de la guerra se hizo, pues, oficial.
Pero ¿saben qué? No cuenten con ello. Mientras los tamiles se sigan sintiendo discriminados, un nuevo brote insurgente siempre podrá ocurrir. Por ello, restañar heridas y tender puentes deben ser los objetivos prioritarios en aquella bellísima y muy dañada isla.