No las deje diseminadas aquí y allá junte cuatro, seis u ocho, según su tamaño, e introdúzcalas en el agujero de un carrete de hilo grande, ya vacío. Ya reunidas todas para su siguiente uso, guárdelas en donde mejor le convenga, procurando proteger sus puntas para evitar accidentes. La manera más fácil de hacerlo es clavándolas tal y como están colocadas en el carrete en una pastilla de jabón sin olor. Naturalmente tendrá que lavar bien esas puntas antes de usarlas, para evitar que las carnes después sepan a jabón.
Cuando ponga a cocer cualquier legumbre, como papas, zanahorias, etc., añada al agua del cocimiento una cucharada de aceite vegetal o de margarina. Quedan mucho más suaves y de un sabor más rico.
Nunca las tire, quíteles el mango y alise con lija la parte en donde estaba pegado. Límpieles perfectamente y úselas como moldes para cocer panes y también como refractarios para sus platillos al horno.
¿Huelen sus manos a ajo o cebolla? Tome el frasco de su enjuague bucal, vierta una pequeña cantidad en sus dos manos y frótelas una con otra. El penetrante olor habrá desaparecido.
Sin hacer ningún gasto y hasta con un buen ahorro de energía, hágase un tratamiento facial en su propia casa. Todo lo que tiene que hacer es no usar el ciclo de secado de su lavadora de loza. Ajuste el marcador de tiempo y dele vuelta a la perilla para parar la máquina. Abra la puerta para que la humedad invada el recinto e inhale el vapor. Esto es magnífico para las inflamaciones nasales y un tratamiento excelente para la resequedad de su piel.
Cuando cueza papas para hacer puré, hágalo con ellas mondadas y en muy poca cantidad de agua. Cuando estén bien cocidas, añada leche en polvo y los condimentos que acostumbre. Bata hasta que la mezcla se ponga esponjosa. Como no hay necesidad de agregar leche fría, su puré estará delicioso y caliente. Si después de cocer las papas se da cuenta de que ha quedado mucha agua, tírela o guárdela para sus preparaciones.
Son bonitos e interesantes y contienen información muy útil, es una verdadera lástima destruirlos o tirarlos. ¿Qué hacer con ellos? Archívelos. Su falta de uniformidad hace difícil encontrar una caja o un lugar apropiado para ellos; sin embargo, hay algo que se puede hacer: archívelos en su juego de libros enciclopédicos. Quedarán muy bien en el volumen correspondiente y bajo su propio encabezado. Sólo tendrá que estudiarlos cuidadosamente para encontrarles su lugar. Cuando sus hijos estén haciendo trabajos escolares, tendrán algo más que la descripción de ciertos lugares incluidos en la enciclopedia. Los artículos de periódicos y revistas también se pueden archivar en esos libros; pero naturalmente usted tendrá que evitar poner entre sus páginas tanta literatura, que acabe por maltratarlos. Una ventaja que tendrá además con este sistema de archivo, es que contará con material ya ordenado alfabéticamente para cuando lo vuelva a necesitar, o para aquellos momentos desocupados en que quiera disfrutar volviendo a vivir sus vacaciones.
Si al ir a hacer un pan o un pastel, encuentra que necesita mantequilla o margarina ablandada y la que tiene usted está congelada, saque el rallador y rállela como si fuera queso. Esto facilita la mezcla con los demás ingredientes.
La forma más sencilla de ganar un peso, es ahorrando otro. Por lo tanto, no debemos desaprovechar ninguna oportunidad que se nos presente para ahorrar aunque sea unos cuantos pesos.
Cada vez que abra un paquete de tocino, corte lo necesario de cada uno de los extremos de las rebanadas, a fin de que pueda acomodarse perfectamente en la sartén en donde acostumbra freírlo. Esto tiene por objeto evitar que se encarruje el centro y que no quede perfectamente plano y bien cocido, como desea toda ama de casa.
Según las estadísticas, un 20 por ciento del calor de nuestro cuerpo se nos escapa por la cabeza. Así pues, en tiempo de frío no salga a la intemperie sin cubrírsela. Aun dentro de la casa trate de conservar su calor poniéndose una pañoleta, una gorra o hasta una media.