"Un hombre luchará con más ahínco por sus intereses que
Por sus derechos."
Napoleón Bonaparte
Hoy es el día límite. La Secretaría del Trabajo debe otorgar o rechazar la toma de nota a Martín Esparza Flores como secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas. Y la respuesta será negativa.
Esparza asumió el cargo en 2005, pero en junio de este 2009 buscó reelegirse. Los comicios fueron muy cerrados: menos de 400 votos de diferencia en un total de más de 40 mil. Esparza se declaró ganador, mientras que su rival Alejandro Muñoz protestó por un fraude electoral y pidió la anulación de los comicios.
La Secretaría del Trabajo ha señalado que no puede dar la toma de nota mientras no se aclaren las discrepancias en la documentación. Hay, por ejemplo, dos actas distintas, pero sus resultados difieren. En algunas secciones, por otra parte, hay más votos que trabajadores registrados.
El grupo de Esparza ha buscado presionar a la Secretaría del Trabajo para que otorgue la toma de nota. El 3 de septiembre un grupo de 500 de sus simpatizantes bloqueó durante horas el Periférico de la Ciudad de México frente a las instalaciones de la dependencia. La presión se hará más intensa a partir de hoy por el rechazo a la toma de nota.
Napoleón Gómez Urrutia ya ha demostrado en el sindicato minero que un líder puede mantener control de su organización aun sin toma de nota. Pese a estar exiliado en Vancouver, ha mantenido paralizada la mina de cobre más importante del país, Cananea, desde el 30 de julio de 2007. Además, recientemente negoció un contrato en Sicartsa a través de representantes. Una de las primeras consecuencias de la falta de la toma de nota, sin embargo, es que el líder deja de tener acceso a las cuentas bancarias y el patrimonio del sindicato. El dinero lo tiene que mover por otros medios.
El SME es un sindicato rico en una empresa pobre. Luz y Fuerza del Centro ha operado en números rojos durante décadas. En junio de 2009 registraba pérdidas de electricidad en transmisión y distribución por 30.6 por ciento contra 10.91 por ciento de la Comisión Federal de Electricidad. Sus más de 43 mil empleados son muchos más de los que realmente requiere; sus 22 mil jubilados, que se retiran a edad muy temprana, representan una carga enorme. El presupuesto de egresos de la Federación para 2010 le da un gasto de 30 mil millones de pesos, 15 por ciento menos que el aprobado para 2009, pero se le estima un subsidio de cuando menos 35 mil millones de pesos, a pesar de las altas tarifas que cobra a los usuarios.
La disminución en el presupuesto hará más deficiente el servicio de la empresa. Algo ha avanzado en los últimos años, pero la paraestatal no tiene ya capacidad para suministrar electricidad a los centros comerciales o desarrollos habitacionales que se están construyendo en su zona de operación.
Se acerca una gran batalla por Luz y Fuerza del Centro. Esparza se ha arropado en la bandera del patriota que busca evitar una privatización. La venta de la paraestatal, sin embargo, no sólo sería imposible por la prohibición constitucional sino por la dificultad de encontrar a un comprador para tan maltrecha firma. Quizá la única solución sea cerrar la empresa, cancelar el contrato colectivo de trabajo (a un enorme costo) y dejar el servicio a la Comisión Federal de Electricidad. Mientras se decide la batalla, el desarrollo en el Centro del país se verá obstaculizado por la falta de un servicio de electricidad eficiente, suficiente y de precio competitivo.
Dicen que Luz y Fuerza es de los mexicanos. En realidad ha sido manejada como un negocio privado, pero del SME.
Los subsidios siguen creciendo. En un 2010 de recortes el Gobierno Federal está pidiendo 291,557.8 millones de pesos para ellos: esto es, 14.6 por ciento más de lo que pidió para el 2009 o 4.1 por ciento más de lo que el Congreso aprobó. Si un país pudiera salir adelante a base de subsidios, nosotros iríamos por buen camino.
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