CUANDO Mark McGwire y Sammy Sosa pasaron los 61 jonrones de Roger Maris y lucharon por quedar como el nuevo rey del jonrón, los medios informativos sólo tuvieron grandes elogios para esos atletas y para todos los jonrones que se estaban conectando con la pelota superviva. Se comenzó a utilizar aquello de que los jugadores de ahora son más fuertes por mejor entrenamiento, mejor alimentación y mejor instrucción, así como medicinas que mejoran el físico. En lo único que acertaron fue en esto último y aunque todos sabíamos en el fondo que había gato encerrado, en este caso hasta dos gatos encerrados, todo fue felicidad.
Como estaba metido en la gran carrera un jugador latinoamericano, no olvido cómo ESPN en español comentaban a cada rato que Sosa y McGwire habían salvado al beisbol. Uno se preguntaba de qué lo habían salvado, ya que nuestro deporte se ha recuperado de todas las huelgas que nos han puesto los jugadores.
El comisionado Bud Selig debe ser el tonto del pueblo, pues todavía más adelante, cuando Barry Bonds rompió la marca de McGwire con 73 jonrones por 70, ya todos hablaban de los esteroides y le tiraban jeringas a Bonds en los campos enemigos. Luego Bonds rompió también la marca de 755 jonrones de Hank Aaron y le siguieron aplaudiendo en San Francisco, donde jugaba con Gigantes, y donde le dieron una gran despedida.
Todos sabían que esos grandes jonroneros usaron esteroides, los anabólicos que los puso más robustos. También pitchers como Roger Clemens y Curt Schilling se pusieron más fuertes que Sansón en su mejor año.
El comisionado Bud Selig siguió con los ojos cerrados y ahora que Alex Rodríguez confesó que utilizaba anabólicos hasta el 2003 ha demostrado un gran enojo y quiere poner asterisco en los records del jugador mejor pagado en el beisbol. En realidad hay que ponerle asterisco a todos, indicando los años en que no había pruebas para esos medicamentos que dan más fuerza.
Nadie ha sido engañado, todos lo sabíamos, todos menos el comisionado que miraba para otro lado. Lo bueno de todo esto es que la unión de jugadores que tenía una fuerza total ha quedado ahora destrozada y ya no se atreverán a ponernos otra huelga. Los jugadores cayeron abusando de su propio éxito.
Tomás Morales