Dicen bien que el beisbol es un deporte inexplicable, y la tan mala actuación del equipo de México el domingo, al arrancar el Mundial en el Foro Sol ante más de 20,000 espectadores, es algo que no tiene explicación. No solamente perdimos sino que el juego terminó por nocaut, ya que Australia tenía ventaja de 10 carreras, 17-7, al terminar la octava entrada. Son las decisiones de piedad contra el equipo que va perdiendo, y fue piedad también para los aficionados que sufrieron una gran decepción al ver al equipo "dream team" terminar siendo una pesadilla.
Todo comenzó mal cuando Oliver Pérez recibió dos jonrones y tres carreras en sus primeros tres bateadores, para demostrar que no venía en su buena jornada. A fin de cuentas fue a nuestros pitchers y a nuestra defensa a los que se afectaron con el Foro Sol tan peculiar, mientras los australianos jugaron como si lo conocieran de toda la vida. El equipo mexicano se recuperó y después de cuatro entradas ganaba por 7-4, con un cuadrangular con casa llena conectado por Jorge Alberto Vázquez, pero ya en la quinta comenzó la preocupación cuando Australia empató sobre los relevistas Francisco Campos y Rafael Díaz. En la sexta el equipo mexicano se acabó y fue en el resto del partido donde se vio tan mal, como si doblaran las manos, mientras que los australianos mostraron un gran deseo de triunfo.
Mucho se va a comentar el porqué Vinicio Castilla removió a Rafael Díaz cuando acababa de ponchar a dos enemigos con un tremendo slider en la sexta entrada y no había hombres en base cuando lo quitaron a favor de un pitcher zurdo, Ricardo Rincón, ya que venía a batear un cañonero a la izquierda. Rincón recibió un bombeado de hit y después acribillaron a todos los relevistas que pasaron por el escenario para que la cangurada llegara hasta las 17 carreras. Nos extrañó también que con el sistema en que el pitcher abridor sólo puede hacer 70 pitchadas no relevara con otro abridor de Grandes Ligas, ya que luce como la mejor solución.
La Selección corrió mal las bases y tuvo una mala defensa, con los jardineros mostrando brazos de corneta, por lo que los corredores australianos corrieron como liebres, no como canguros, anotando de segunda a home en todas las ocasiones que hubo hit.
Adrián González dejó el Guante de Oro en el hotel y tuvo dos jugadas en que se fue con las manos vacías, mientras un error de su hermano Édgar González en segunda fue el que abrió la puerta al nocaut y de esa manera a la vergüenza.