Visita. El vicepresidente estadounidense Joe Biden habla con un grupo de militares estadounidenses en la base 'Camp Victory'. EFE
BAGDAD, IRAK.- El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebró ayer el Día de la Independencia de su país con su hijo y otros militares estadounidenses en Irak, un día después de advertir a los líderes iraquíes que la ayuda norteamericana estará en riesgo si el país vuelve a la violencia étnica y sectaria.
Biden comenzó el día conviviendo con más de 200 soldados que se convirtieron en ciudadanos estadounidenses en una ceremonia de naturalización.
La ceremonia se realizó en un salón adornado con mármol de uno de los antiguos palacios de Saddam Hussein que ahora comprende el Campo Victoria, las oficinas centrales del Ejército de Estados Unidos en las afueras de Bagdad.
Después almorzó con la Brigada Táctica de Señales de Delaware, a la que pertenece su hijo Beau. El hijo del vicepresidente permaneció entre los otros soldados mientras su padre les dirigía unas palabras. Biden, que es conocido por su lenguaje florido, no desaprovechó la oportunidad para hacer un comentario sobre la ceremonia de naturalización.
"Lo hicimos en el palacio de Sadam'', dijo. Biden se encuentra en su primera visita a Irak tras ser nombrado vicepresidente y su viaje de tres días es extraordinariamente largo.
Acudió a Bagdad con el fin de fomentar una reconciliación política unos días después de la retirada de los efectivos combatientes estadounidenses de las ciudades iraquíes, como parte del pacto de seguridad que contempla una retirada completa para finales de 2011.
El viernes, Biden presionó al primer ministro iraquí Nuri al Maliki y a otros líderes políticos para aumentar los esfuerzos de modo que las facciones iraquíes se unan ante los temores cada vez mayores de que la falta de progreso político alimenta la violencia en Irak.
