"El Gobierno no es el médico;
Es la enfermedad."
H.S Ferns
Ya es oficial. El Gobierno Federal gastará el año que viene 3 billones 176 mil millones de pesos, lo cual equivale a 29,862 pesos por cada uno de los 107 millones de hombres, mujeres y niños del país. Tenemos razón los ciudadanos en sentirnos insatisfechos. Estamos lejos de recibir del Estado servicios congruentes con esta cantidad.
La razón es que buena parte del gasto se va a la burocracia y sólo beneficia a quienes viven de la ubre del Gobierno. En 2010 este gasto se está concentrando además en entidades, como el Estado de México, donde el PRI busca comprar apoyos políticos.
Si bien los diputados modificaron solamente 96,600 millones de pesos del presupuesto, lo cual equivale a apenas un 3 por ciento del presupuesto total, se las agenciaron para dar aumentos muy importantes a algunas dependencias. Este es el caso de la Secretaría de Turismo, a la que se le aprobó un gasto 31 por ciento superior al que pidió el Gobierno. Los diputados parecieran haber aprovechado el dinero de los contribuyentes para mandar un mensaje político al presidente Calderón, quien ha pedido al Congreso que elimine esa secretaría.
También los diputados elevaron en 31 por ciento el presupuesto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. No es que vean con buenos ojos al secretario Juan Molinar Horcasitas, sino que quieren el dinero para la construcción de carreteras en sus estados. Poco importa que en muchos casos estas carreteras no sean las más necesarias o no cuenten con proyectos ejecutivos o con derechos de vía. En algunos casos, como el de la autopista de Cuernavaca, lo único que hace el Gobierno es repavimentar lo que ya está bien asfaltado para gastar el dinero que se le asigna.
Se nos dice que este es un presupuesto austero. La verdad es que se trata del tercero mayor de toda la historia. Lo rebasan solamente el de 3.5 billones de 2008, el mejor año de la bonanza petrolera y en el que hubo un gasto especial de 321 mil millones de pesos para el cambio del sistema de pensiones del ISSSTE, y el de 3.19 billones de 2009. La austeridad no se ve por ningún lado.
Quienes tienen poder e influencia son quienes se quedan con más dinero. Las universidades, y especialmente la UNAM, lograron un aumento bastante importante de 9,331 millones de pesos sobre lo que les presupuestó el Gobierno. La educación básica recibió 3,955 millones de pesos adicionales mientras que la educación media superior debió conformarse con 750 millones. Es evidente que los rectores universitarios tienen mayor poder político que los directores de escuelas primarias, secundarias o preparatorias.
La Secretaría de Agricultura y la de Reforma Agraria tuvieron incrementos de 21 y 18 por ciento. No es que las dependencias estén haciendo bien su labor. De hecho, Reforma Agraria es una de las dependencias que el Gobierno quiere desaparecer. Pero la Confederación Nacional Campesina (CNC) del PRI presionó para lograr mayores subsidios al campo. Los obtuvo no por que realmente beneficien a los campesinos -ahí están los pobres resultados de Procampo- sino porque es la manera en que la CNC compra votos.
Mucho dinero se está transfiriendo también a estados y municipios. La transparencia sobre estos gastos, sin embargo, es virtualmente nula. El saqueo se ha consumado. El Gobierno consiguió su ansiado aumento de impuestos y los diputados han repartido el botín. Pero es falso que se se esté combatiendo la pobreza o que se busque generar una mayor actividad económica. El propósito es simplemente alimentar la ubre del Gobierno.
Es cierto que mide la percepción y no la corrupción propiamente dicha, que es mucho más difícil de evaluar, pero debe preocuparnos que en el índice de percepción de la coorupción de Transparencia Internacional hayamos caído 17 lugares entre 2008 y 2009. Ahora estamos en el puesto 89, por debajo de países como El Salvador, Suazilandia o Burkina Fasso.
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