Esta semana se reveló la información de la intención del alcalde José Ángel Pérez, de que el Municipio de Torreón solicite un crédito bancario de doscientos setenta y cinco millones de pesos, pagaderos a 10 años, para estar preparado por si se requiere dinero extra para terminar su plan de obras.
Ya no se sabe de plano a dónde va el señor presidente municipal. No hay una mesa de la clase económica a la que pertenece el edil, fuera del círculo por supuesto que se ve beneficiado del actual Gobierno Municipal, en la que se hable bien del desempeño de este primer cuatrienio. Desmoronándose, quizá sea una palabra demasiado fuerte, pero bien podría aplicarse a lo que está sucediendo en el último cuarto de lo que la Ley establece como su mandato.
En diciembre pasado realizó una serie de movimientos en el primer nivel de su equipo de trabajo, que por supuesto tiene todo el derecho de hacerlo, pero propone como director administrativo a una persona que se ha distinguido por años en ser jovial, simpático, agradable, pero nunca como un profesionista de la administración, Carlos San Miguel, conocido cariñosamente como "El Chócolo". Ello significó que simplemente San Miguel no pudiese asumir la designación que le dio el propio Pérez Hernández, ante el revuelo que causó esa noticia. Además, la maniobra se intentó llevar a cabo en los días posteriores a la Navidad, donde la opinión pública presta poca atención a los quehaceres de sus gobernantes, así que la acción donde sencillamente se quería ayudar a un amigo, se convirtió en un escándalo que hizo recular la idea de colocar al "Chócolo" al frente de las adquisiciones municipales como principal labor.
Después, la renuncia de su tesorero, el señor Enrique Sada Díaz de León, quien había transitado en su puesto con la discreción necesaria, amén de que nadie había señalado a la tesorería como un área que no funcionara adecuadamente, por los resultados en tan delicada área, como es precisamente la del manejo del dinero del erario, permitieron al propio José Ángel el no tener un dolor de cabeza más, como sí se lo han significado otros sectores también importantes, como el de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y por supuesto el que ocupa la mayor relevancia: Seguridad Pública.
Siguió entonces la búsqueda del sustituto de don Enrique Sada y fue nominado y aceptado el señor Gerardo Martínez Guerra, quien fue compañero del alcalde en el Instituto Francés de La Laguna y es contador público por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Por supuesto que el edil puede proponer a quien le parezca, son sus facultades legales y también por supuesto que al señor Martínez Guerra se le puede juzgar de capacidad en el sector público una vez que se haya desempeñado en el cargo que acaba de asumir. Pero con el respeto que merece, profesionalmente no tiene el currículum y la experiencia de su recién antecesor, su hoja profesional en los últimos diez años dice lo siguiente: gerente general de marzo de 1995 a febrero de 1997 de la empresa Corp. Servicios Administrativos Filadelfia. De la última fecha a agosto de 2005 fue director corporativo de una empresa de vinos; de agosto 2005 a agosto de 2006 operó una franquicia de nombre Chem-Dry Laguna; por 3 meses se desempeñó como especialista de negocios en una aseguradora. Posteriormente, entre 2006 y 2007 fue contralor en Diagno-Lab, S. A. de C.V. y desde octubre de 2007 se dedica a la consultoría en una oficina virtual.
Todo ello muestra que ante los movimientos, Pérez ha optado por las amistades que le garanticen la lealtad que se requiere, pero de ahí a que pretenda que el Congreso local, de amplia mayoría priista le apruebe el crédito, para dejar endeudada a la próxima Administración -que presumiblemente será priista- sencillamente se ve muy difícil, máxime con la fuerza y capital político del edil municipal que políticamente cada vez está más solo. Lo mejor quizá será que se enfoque a terminar proyectos en lo general, como el retiro de los ambulantes de las calles del Centro Histórico y por supuesto, terminar con la mejora del autotransporte que bien ha hecho. Pedirle que mejore la seguridad, quizá sea como pedir peras al olmo.
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